Estados Unidos atacó tres instalaciones nucleares, entre ellos Fordo, planta de enriquecimiento de uranio situada a 90 metros de profundidad en una montaña.
Hay pocas informaciones sobre la magnitud de los daños, y algunos expertos indicaron que el material nuclear fue desplazado antes del ataque.
“Normalmente, ese tipo de bombardeos son eficaces, pero imágenes satelitales circularon, y muestran movimientos previos alrededor del sitio de Fordo”, indicó a AFP Héloïse Fayet, especialista de la cuestión nuclear en el Instituto Francés de Relaciones internacionales (Ifri).
“Una parte de las reservas de uranio enriquecido pudo ser trasladada a otros sitios no vigilados” por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), agregó.
El OIEA recuerda que antes de la guerra, las inspecciones permitían tener un conocimiento del programa iraní, “aunque imperfecto”.
“Ahora es imposible cualquier inspección”, añade.
El organismo precisa que el conocimiento “técnico” de Irán no puede ser destruido, pues “miles de personas participaron en el programa nuclear iraní”.
Andreas Krieg, de la universidad londinense de King’s College, calificó la acción estadounidense de “operación de alto riesgo con resultados imprevisibles”.
“Para decir que Fordo se acabó”, Trump se basa en informaciones OSINT -Open-source intelligence, o sea fuentes abiertas en internet- dice el experto, “mientras que los iraníes afirman que solo hubo destrucciones superficiales”.
Para Ali Vaez, del International Crisis Group, destruir Fordo “no pondrá necesariamente fin al programa nuclear iraní”.
“Estos últimos años, Irán produjo centenares de centrifugadoras avanzadas, almacenadas en lugares desconocidos”, subraya.
Ante Washington, Krieg pronostica “una respuesta calibrada, lo suficientemente fuerte para tener un alcance, pero mesurada para contener” el conflicto.
El experto israelí en geopolítica Michael Horowitz enumera las posibilidades: atacar los intereses estadounidenses; cerrar el estrecho de Ormuz, vital para el comercio petrolero mundial; atacar instalaciones energéticas de los países del Golfo, que albergan varias bases militares estadounidenses.
“Ninguna de esas opciones es eficaz, pues se trata sobre todo de salvar las apariencias”, escribe Horowitz en X.
“Los riesgos, por el contrario, son considerables”, añade.
No descarta represalias limitadas contra Estados Unidos, y luego más bombardeos contra Israel, antes de emprender un retorno a las negociaciones.
Para Renad Mansour, del think-tank Chatham house, el poder iraní entró “en modo de sobrevivencia” frente a Israel y Estados Unidos, situación que recuerda la guerra contra Irak de 1980-1988.
Sin descartar “un conflicto prolongado, largo y muy sangriento”, menciona también una “desescalada controlada”, que es lo que espera Trump, obligando así a Irán a negociar.
“Pero la República Islámica se siente de nuevo humillada y considera que Estados Unidos no negocia de buena fe”, subrayó.
Hamidreza Azizi, del Instituto alemán de asuntos internacionales y de seguridad, no descarta que Irán acuerde a Trump “una victoria simbólica” y luego centre sus ataques en Israel. AFP