05 may. 2024

Proceso y evolución de la guarania

En 1925 se iniciaba un antes y un después en la música paraguaya con la irrupción de un nuevo ritmo, que sufriría diversos embates hasta alcanzar su desarrollo pleno de la mano de su creador.

Antonio V. Pecci
Periodista y escritor
antonipeccipy@yahoo.com

Surgido en el curso de un lustro, 1924 a 1929, que se caracterizó por el gran desarrollo cultural, emergencia de revistas, periódicos, panfletos, de toda índole y de grupos artísticos y de intelectuales cuyo ideario se contrapone, muchas veces, a la cultura establecida, el nuevo ritmo que aparece en el seno de la Banda de Policía, está impregnado de los debates y emociones de la época.

Anotaba con precisión el gran músico Óscar Cardozo Ocampo que el nacimiento de la guarania de la mano de José Asunción Flores, se da en un ambiente que no reunía las condiciones culturales ni sociopolíticas. “Considero que la obra de Flores representa, en mi opinión, la obra de un genio” señalaba.

“El sustantivo genio creo que se utiliza últimamente con mucha irresponsabilidad. Es muy fácil decir ‘este tipo es un genio’. Pero ¿cuál es realmente el sentido de un genio?: Es el que surge como un fenómeno en ámbitos que no reúnen las condiciones, como es el caso de Flores, que nace en este país a principios de este siglo, cuyo entorno no es el que le brindaba los mejores elementos para su formación. Como fue el caso de Barrios, que está en la misma categoría”.

Y apuntaba con precisión uno de los momentos esenciales de ése arranque. “A partir del arreglo que hace de ‘Ma’erãpa reikuaase’, él sienta las bases, marca el camino para que se desarrollen otros músicos paraguayos, también muy talentosos. Pero esa categoría de genio yo se la reservo a Flores. Porque su obra tiene la vigencia de lo genial, está más allá de la transformación del tiempo, tiene la grandiosidad y la simpleza de ser entendible y percibible en su estética bella, en cualquier país del mundo.”.

Luego de ese momento inicial de ensayos en la Banda de Policía, que conducía el destacado maestro italiano Nicolino Pellegrini, quien le permitió dirigir la agrupación para dicho ensayo a un osado mozalbete que tendría 19 años, éste se lanza con más ímpetu al camino de buscar el preciado mineral de la auténtica música paraguaya.

Señala su destacada biógrafa Sara Talía, en su libro José Asunción Flores. Génesis y verdad sobre la guarania y su creador, a quien relata el músico: ‘Aquella mañana fue cuando por primera vez se escuchó la música nativa, dentro de una nueva forma de armonización que luego debía ser la Guarania, en su amanecer incipiente (…) Mi tesis se impuso a través de la actividad práctico-artística de los músicos de la Banda’.

Luego, inspirado en la belleza de los ríos y la naturaleza nace Jejuí, expresando la sonoridad de la selva y la magia de los espíritus que la habitaban… Ensaya incansablemente ésta pieza experimental, escrita para trío: violín, violoncelo y piano, con gente amiga y compañeros.

El estreno de la guarania

Poco tiempo después, el trío que conforman Alfredo Kamprad, violín, Alfredo Brand, piano y Erik Piezunka, celo, se decide a incorporar la pieza a su repertorio. Actúan en la terraza de un coqueto establecimiento gastronómico donde se reúnen bohemios, intelectuales, periodistas, mujeres de la sociedad: el Hotel Cosmos. La ejecución de la pieza, nos cuenta Sara Talía, resulta un éxito por lo novedoso de su estilo. Los aplausos son calurosos en ésa noche de enero de 1925. Y en una de las mesas se halla el Pdte. Eligio Ayala, un político culto, que exclama: “Nunca he oído esta melodía. Es algo nuevo (…) ¿Quién es el autor?’’. Como no hubo respuesta, se acerca al proscenio donde están los músicos y repite la pregunta. Le contesta, Brand: ‘Uno de los músicos de la Banda de Policía. Se llama José Asunción Flores, un muchacho talentoso’ Corría el año 1925.

El joven José guarda a lo largo de los años un gran reconocimiento a sus compañeros quienes lo acompañaron en esas difíciles horas de búsqueda. “No puedo dejar de recordar a mis viejos y queridos compañeros de la Banda, quienes desde un principio apoyaron con calor el surgimiento de la Guarania. Mi gratitud para todos ellos: Darío Gómez Serrato, Rudecindo Lugo, Rivas Ortellado, Manuel Cardozo, Gerardo Fernández Moreno, Cristóbal Rodríguez, Mauricio Cardozo Ocampo y otros”.

Etapa de consolidación

Pronto vendrá un trabajo más a fondo, una pieza para orquesta, inspirada en los arrieros que deambulan por el país sin hogar y sin documentos. Así nace en 1926 Arribeño resay, cuyos versos están a cargo de Rigoberto Fontao Meza, un joven escritor de San Pedro del Ykuamandyju. Y, casi al mismo tiempo, concibe Ñasaindýpe con versos de su amigo Félix Fernández, integrante de la Banda de Policía, Ambas son estrenadas en el Teatro Nacional entonces, hoy Municipal, con notable éxito de público. Vienen delegaciones del interior a escuchar la guarania, dice Flores, entre ellos un grupo de Caazapá encabezado por el guitarrista Carlos Talavera.

Surge una polémica ya que se cuestiona al joven creador. Facundo Recalde escribirá: ‘El humilde soldadito de la Banda de Policía se contagió de historia, de futuro, al conectarse con escritores, poetas, músicos, sectores obreros estudiantiles que buscaban nuevas formas de vida (…) La guarania es la definición ideológica-artística del maestro. En ella están expresados no solo su concepción estética, sino sus ideales humanos. Ha nacido una nueva forma musical, expresión de la cultura urbana propiamente, que busca innovar sin perder las raíces”. Prueba de ello son otras obras como Ka’aty, enfocada en el drama de los ‘mensú’, con letra de Fontao Meza. E India, con letra del mismo autor, entre 1927 y 1928, que Flores concibe como un homenaje a la mujer, y a los pueblos originarios. Aunque esta letra será reemplazada.

Encuentro con Ortiz Guerrero

La polémica llega a oídos del poeta Manuel Ortiz Guerrero, quizá el más destacado del momento y hombre atento a las manifestaciones populares. Interesado en ésta nueva forma musical pide a su amigo Gómez Serrato un encuentro con el músico de la Banda que tanto barullo genera. Así se produce el vínculo entre ambos cuando Flores acude a visitarlo al poeta en su casa, en 1928. Se establece entre ambos una empatía profunda y Ortiz Guerrero, se apresta a escribir sus mejores textos para las obras que Flores va creando. Así surgen India, Kerasy, Panambi vera, Paraguaype, y otras, que marcan una etapa de superación de la guarania, en materia de calidad de sus contenidos, en una colaboración que solo se interrumpirá con la muerte del gran vate guaireño en 1933.

Luego, como el ambiente de la patria le resulta pequeño, en ése mismo años el joven músico se dirige a Buenos Aires. Lleva en su equipaje un contrato con la casa Odeón para la grabación de discos con sus obras. Y también la satisfacción de sentir que su música ha sido aceptada por su medio, por su pueblo, y que ya se canta en serenatas en Asunción y diversas ciudades del territorio patrio.

Su capacidad de trabajo se pone de manifiesto al crear la orquesta Ortiz Guerrero, en homenaje a su entrañable amigo. Con la misma actúa en emisoras radiales, bailes populares con notable éxito. A la vez, inscribe todas sus obras en SADAIC para la protección de sus derechos y de sus coautores. Y sigue componiendo tanto música popular como poemas sinfónicos.

En ésta última categoría, a Mburicao, siguen trabajos sobre Pyhare pyte, ambiciosa obra para orquesta y coro doble, Ñanderuvusu sobre la creación del mundo desde la mitología guaraní, Ahendu nde sapukái sobre rituales indígenas, India y Kerasy en versión sinfónica. Obras a las que se dedica exclusivamente, a partir de 1940 en que abandona el circuito de actuaciones a nivel popular con su orquesta, que le generaba dinero y prestigio.

Pero sabe, que el tiempo que le insumen los ensayos, actuaciones en público, grabaciones, le restan el tiempo para su creación sinfónica. ‘Yo sé que me condeno al hambre al dedicarme a crear mi obra sinfónica’ dirá el músico, pero su decisión estaba tomada. Y así van surgiendo obras fundamentales como María de la paz, Guyrau, Ñemity, Ne rendápe aju.

El estreno de estas obras en Buenos Aires provoca elogiosos comentarios de la crítica especializada en los años ‘50. Así, Kurt Pahlen, músico y musicólogo austriaco, radicado en la capital porteña escribirá: “El último concierto del Politeama ha sido una demostración definida del altísimo grado al que ha llegado la música paraguaya. Las partituras presentadas por Flores, por su avanzada técnica y los modernísimos recursos musicales empleados, conservando plenas y vigorosas las características paraguayas, en su ritmo, modalidades y su estructura general, constituyen un aporte del Paraguay a la cultura universal’.

Estas obras prohibidas para su difusión por la dictadura stronista, fueron difundidas ampliamente a partir de 1989 por grandes orquestas como la OSCA, la Orquesta de Cámara Municipal, la Sinfónica Nacional, la Sinfónica de Uninorte, la OSIC y la Banda Sinfónica de la Policía, impulsadas por el Ateneo Cultural José Asunción Flores.

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