…Aunque Jesús era el Hijo de Dios encarnado y su nacimiento fue virginal, María y José viven con reverencia y docilidad todas estas prescripciones de la Ley. Para su sorpresa (cfr. v. 33), la escena y los sucesos en torno a ella aparecen cargados de profundo significado. Las palabras de Simeón sobre el niño y su madre están revestidas de misterio. El niño que el anciano toma entre sus manos es la salvación de Dios encarnada (de ahí el nombre que se le puso: “Jesús”, Dios salva). Una salvación que será luz para los gentiles y gloria para Israel.
El Catecismo de la Iglesia condensa el misterio de toda esta escena así: “La Presentación de Jesús en el Templo (cf. Lc 2, 22-39) lo muestra como el Primogénito que pertenece al Señor (cf. Ex 13,2.12-13). Con Simeón y Ana, toda la expectación de Israel es la que viene al encuentro de su Salvador (la tradición bizantina llama así a este acontecimiento). Jesús es reconocido como el Mesías tan esperado, ‘luz de las naciones’ y ‘gloria de Israel’, pero también ‘signo de contradicción’. La espada de dolor predicha a María anuncia otra oblación, perfecta y única, la de la cruz que dará la salvación que Dios ha preparado ‘ante todos los pueblos’”.
San Josemaría invitaba a meditar el pasaje de la Presentación reviviéndolo como un personaje cercano que hubiese estado allí y le importara mucho todo lo que sucedía: “Y esta vez serás tú, amigo mío, quien lleve la jaula de las tórtolas. —¿Te fijas? Ella —¡la Inmaculada!— se somete a la ley como si estuviera inmunda. ¿Aprenderás con este ejemplo, niño tonto, a cumplir, a pesar de todos los sacrificios personales, la Santa Ley de Dios? ¡Purificarse! ¡Tú y yo sí que necesitamos purificación! —Expiar, y, por encima de la expiación, el Amor. —Un amor que sea cauterio, que abrase la roña de nuestra alma, y fuego, que encienda con llamas divinas la miseria de nuestro corazón”.
(Frases extractadas de https://opusdei.org/es/gospel/evangelio-fiesta-de-la-presentacion-del-senor/).