05 ago. 2025

Presentación del Señor

Hoy meditamos el Evangelio según san Lucas 2,22-40. …Según varias prescripciones de la Ley de Moisés (cfr. Lv 12,1-8), desde que una mujer israelita daba a luz a un varón, debían cumplirse un total de 40 días hasta presentarse en el Templo para realizar una ceremonia de purificación ritual. La ceremonia incluía dos ofrendas para sacrificar. Si la familia no tenía recursos suficientes, podía presentar un par de tórtolas o de pichones.

…Aunque Jesús era el Hijo de Dios encarnado y su nacimiento fue virginal, María y José viven con reverencia y docilidad todas estas prescripciones de la Ley. Para su sorpresa (cfr. v. 33), la escena y los sucesos en torno a ella aparecen cargados de profundo significado. Las palabras de Simeón sobre el niño y su madre están revestidas de misterio. El niño que el anciano toma entre sus manos es la salvación de Dios encarnada (de ahí el nombre que se le puso: “Jesús”, Dios salva). Una salvación que será luz para los gentiles y gloria para Israel.

El Catecismo de la Iglesia condensa el misterio de toda esta escena así: “La Presentación de Jesús en el Templo (cf. Lc 2, 22-39) lo muestra como el Primogénito que pertenece al Señor (cf. Ex 13,2.12-13). Con Simeón y Ana, toda la expectación de Israel es la que viene al encuentro de su Salvador (la tradición bizantina llama así a este acontecimiento). Jesús es reconocido como el Mesías tan esperado, ‘luz de las naciones’ y ‘gloria de Israel’, pero también ‘signo de contradicción’. La espada de dolor predicha a María anuncia otra oblación, perfecta y única, la de la cruz que dará la salvación que Dios ha preparado ‘ante todos los pueblos’”.

San Josemaría invitaba a meditar el pasaje de la Presentación reviviéndolo como un personaje cercano que hubiese estado allí y le importara mucho todo lo que sucedía: “Y esta vez serás tú, amigo mío, quien lleve la jaula de las tórtolas. —¿Te fijas? Ella —¡la Inmaculada!— se somete a la ley como si estuviera inmunda. ¿Aprenderás con este ejemplo, niño tonto, a cumplir, a pesar de todos los sacrificios personales, la Santa Ley de Dios? ¡Purificarse! ¡Tú y yo sí que necesitamos purificación! —Expiar, y, por encima de la expiación, el Amor. —Un amor que sea cauterio, que abrase la roña de nuestra alma, y fuego, que encienda con llamas divinas la miseria de nuestro corazón”.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es/gospel/evangelio-fiesta-de-la-presentacion-del-senor/).