El jueves pasado pasé a formar parte del gremio de los sinagua.
Una vez comprobada la situación, intenté buscar algo de solidaridad en una amiga y le envié un mensaje contándole que era “terrible”.
Por toda respuesta, la ahora cuasi ex amiga, solo atinó a responderme: “Estar a tu lado lo que debe ser terrible”.
Así están estos tiempos, una ya no puede ni siquiera confiar en los amigos para hacer catarsis.
EL APRETÓN. Esa noche, bien tarde, me senté a ver un noticiero en la tele.
Hacía mucho calor, el agua llevaba cortada por lo menos seis horas en mi barrio y en otros más, y yo comenzaba a desesperar.
Entonces apareció ella en la pantalla de la tele.
Temblando aún por el momento que acababa de vivir, Mirtha Maidana, la sobrina del presidente de la República, relataba la manera en que unos malandrines le patotearon a la salida del estadio Defensores del Chaco.
“Le hago responsable al comandante de la Policía y al ministro del Interior. Ellos saben, hace rato que recibo amenazas. Uno pasa de lo peor...”, decía mientras exhibía unas marquitas rojas en su cuello, a esas horas ya desnudo de cadenillas de oro.
“Fue un momento de terror”, aseguró Mirtha y agregó que ella siempre le sigue a su club y que le gusta mucho el fútbol.
Mirtha también se enojó mucho con las autoridades, comandante y ministro, diciendo que ninguno le atendió el reclamo. Ni siquiera le atendían el teléfono.
JAHE´O. Debo reconocer que una vez que la vi sana y entera, con todas sus orejas y brazos, dejó de interesarme el plagueo de la verborrágica y fanática cerrista sobrina presidencial.
Pero no pude dejar de imaginar que, si ella hubiera sido la que se quedó sin agua, no hubiera dudado en llamar a Emiliano Insfrán, para condenar el boicot de que estaba siendo víctima, al serle negado un servicio tan básico y tan líquido.
Algo así como “usted no sabe con quién está hablando...”, la dichosa frase típica de los vecinos del poder.
EL QUE PUEDE, PUEDE. Mirtha Maidana puede exigirle al comandante que le atienda la llamada; y puede demandar protección especial de la Policía.
Pero cuando le asaltan a Juanita González al llegar a su casa, y le quitan el dinero de su mercadito de la semana, ella solo se podrá quejar con la vecina chismosa que querrá conocer los detalles morbosos del asalto. Es más, es bastante probable que Juanita hasta dude en convocar a la Policía.
En cambio, MM convoca a la prensa radial y televisiva; llora y muestra urbi et orbe su indignación, y, obviamente, clamará justicia, como corresponde.
Volviendo a la noche en que pasé sin agua, les cuento que el vital líquido regresó primero tímidamente, y después la presión del agua hizo posible que me diera una ducha y me fuera a dormir, feliz como una lombriz.
De momento, todo queda como el sueño de una noche de verano, si consideramos que lo mío no alcanzó la categoría de desgracia mayor como la de aquellos que se quedaron sin agua durante cinco o seis días. O la de quienes tuvieron el combo completo: sin agua y sin luz.
Por cierto, Cerro Porteño empató aquella noche, y la patota que atacó a Mirtha resultó ser tan cerrista como ella. Eso sí que es falta de solidaridad gremial.
