La tirantez en las discusiones fue tal, que al cierre de la cumbre el presidente argentino, Alberto Fernández, respondió ofuscado al resto de sus socios: “Si nos hemos convertido en una carga lo lamento, la verdad es que no queríamos ser una carga para nadie”.
“Una carga es algo que hace que a uno lo tiren de un barco y lo más fácil es bajarse del barco si es que esa carga pesa. Terminemos con esas ideas que ayudan tan poco a la unidad. No queremos ser lastre de nadie, si somos un lastre, que tomen otro barco”, dijo durante la cumbre celebrada en forma virtual.
Fernández reaccionaba luego de que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro; el de Uruguay, Luis Lacalle Pou, y el de Paraguay, Mario Abdo Benítez, pidieran “flexibilizar” la normativa del bloque para poder negociar acuerdos con terceros países sin requerir la autorización del resto de los socios –algo que Uruguay y Paraguay plantean desde hace más de una década–, así como revisar el arancel externo común.
“Argentina propone preservar el equilibrio entre sectores agrícolas e industriales, con justicia social, en un contexto de incertidumbre global absoluta”, dijo Fernández.
La tensión se hizo patente cuando Lacalle Pou dijo que el Mercosur “no puede ser un lastre” ni “un corset” que impida el avance comercial de su país. Luego de los discursos presidenciales, el canciller argentino, Felipe Solá, admitió que “los acuerdos con terceros países van a ser discutidos”.
En tres décadas, el Mercosur tuvo marchas y contramarchas, con un arancel externo perforado por excepciones, y asimetrías que perjudican a las economías más pequeñas de Uruguay y Paraguay. AFP
Una carga es algo que hace que a uno lo tiren de un barco y lo más fácil es bajarse del barco si es que esa carga pesa.
Alberto Fernández,
presidente de Argentina.