26 jul. 2025

Pare la mano

Cuando usted le inflije un castigo físico, tal vez no caiga en la cuenta de que el daño va más allá del cuerpo. Lo que muchos justifican como una acción disciplinaria, que creen que genera una actitud que ayuda a emendar un error, en realidad siembra en los más pequeños miedos e inseguridades.

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Texto: Carlos Elbo Morales | Foto: Fernando Franceschelli.

Muchos padres justifican los golpes a sus hijos diciendo que de esta manera los alejan del peligro que los acecha. Pero esta es una actitud errada, ya que antes que levantarles la mano, es mejor acercarse a ellos y explicarles cuáles son los riesgos, explica el británico Peter Newell, experto y referente internacional en la lucha a nivel mundial contra el castigo físico y tratos crueles y humillantes a niños, niñas y adolescentes. “Al alzarles la mano, solamente se logrará que se confundan sobre la verdadera intención, pues la atención y el pensamiento estarán más enfocados en el miedo hacia los padres y no en tomar las debidas precauciones”, agrega Newell.

El británico empezó a luchar contra el maltrato físico en las escuelas en 1979, cuando trabajaba como periodista en Oxford. Al conseguir, con la ayuda de otras personas, que esa costumbre sea desterrada de las escuelas, se abocó a repetir la experiencia dentro de los hogares y expandió la idea a otros países. Actualmente, Newell –que participó de un encuentro con comunicadores paraguayos promovido por la Agencia Global de Noticias– es coordinador de una iniciativa a nivel mundial que promueve la prohibición universal y la eliminación de los castigos violentos a los niños, con el apoyo de varias organizaciones internacionales.

El círculo roto

Es muy probable que padres que han sido maltratados desde pequeños, tanto en lo psicológico como en lo físico, repitan lo mismo con sus hijos. De hecho, explica Newell, no existe una acción sin la otra. La repetición de esta conducta propicia que la violencia intrafamiliar se extienda en el tiempo. Pero aún con esa historia a cuestas, es posible cortar con ese lazo infausto que solo genera adultos frustrados y resentidos, menciona el especialista.

“Muchas veces, hablar con otros padres que han hecho lo mismo ayuda muchísimo. Entre ellos han comentado que, al acercarse a sus hijos para aplicarles el castigo físico, han visto el temor en sus ojos. Fue así que cayeron en la cuenta de que lo que iban a hacer estaba mal. De esta manera, podemos entender que si a un adulto le damos cualquier pretexto o momento para pensar en lo que está haciendo, es muy probable –y casi siempre pasa– que cambie de opinión y de conducta”, comenta Newell.

Según el Estudio sobre Maltrato Infantil en el Ámbito Familiar, realizado por Unicef en colaboración con la organización BECA, en 2011, el 61% de los niños y niñas reportó algún tipo de violencia física y psicológica. Aunque seis de cada diez niños declararon ser víctimas de maltratos en el hogar, el 91,9% consideró que tiene una buena relación con sus padres, según esta investigación que abarcó un universo de 132.687 niños, niñas y adolescentes de entre 10 y 18 años, de escuelas públicas y privadas, incluyendo indígenas.

Quebrar la tradición

La primera Encuesta Nacional Infantil editada por la Coordinadora por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia, realizada también en el 2011, mostró que el 32,58% de entrevistados considera normal que un padre le pegue a su hijo o hija. Sin embargo, el 85,85% señaló que se anima a denunciar un caso de violencia contra un niño, niña o adolescente. De esta manera se está haciendo frente a una tradición que está muy arraigada dentro de las familias.

Newell menciona que un ejemplo claro para el cambio de mentalidad de los padres hacia sus hijos es el de las conquistas femeninas. Hace unas décadas, a la mujer no se la reconocía como sujeto con derechos. En la actualidad, aunque se siguen dando casos de violencia contra ellas, nadie en esta parte del mundo tiene el desatino de promoverlas. “De la misma forma que no hay excepciones en la violencia contra la mujer o los adultos mayores, tampoco debería haber cuando se la ejerce contra los niños. El daño se produce cuando se acepta que ellos pueden ser golpeados, lo que determina que sean vistos como personas de menor importancia”.

El portal web www.sinviolencia.com.py lleva adelante la campaña contra el maltrato infantil y brinda consejos sobre qué hacer cuando los niños están desbordados. El experto –padre de tres varones– reconoce que muchas veces resulta difícil lidiar con el carácter de los más pequeños. En esos casos, comenta que dependerá de la edad del chico hacerle entender sobre lo errado de su comportamiento. “Uno como adulto no puede perder el control. Es socialmente aceptable y entendible que los niños tengan esas actitudes porque todavía están en proceso de aprender a controlar sus emociones, pero se espera que nosotros ya hayamos aprendido a controlarlas”, dice, dejando un modelo para armar y educar a los que ejercen el oficio de padres.