23 abr. 2024

Paraguay, un país sin remedio ni cura aparente

Miguel H. López – En TW: @miguelhache

El título de arriba es la fatídica expresión que alimenta todas las resignaciones en muchos sectores de la sociedad paraguaya, e inmoviliza, como un devenir permanente e ininmutable. La creencia es insuflada generación tras generación por diversos actores políticos, sociales y económicos en una matriz simbólica que abreva, por lo general, en la corrupción y el conservadurismo; y atiza el miedo a los cambios y a los reclamos de derechos.

En este Paraguay de 2019, dentro de todo el contexto de catástrofes naturales prístinas y provocadas, que empeoran todo, sin excepción, la población está hundiéndose aceleradamente en la escasez y la desesperación causada por la crisis económica y la inflación que sube y se siente, aunque se la maquille. Todo consecuencia del mal gobierno presente y sus antecesores. En este escenario, la salud de la gente y el sistema de salud se convierten en una de las más dolorosas consecuencias del fracaso del modelo, de la corrupción de los gobernantes –en todos los Poderes del Estado– y del uso delincuencial del dinero público.

Cada día son más los casos que presenta la prensa –los no conocidos multiplican por 10– sobre compatriotas que fallecen por no tener atención de salud primaria, por no lograr llegar a tiempo a un centro asistencial por falta de caminos o por el desabastecimiento de los hospitales de alta o mediana complejidad. Ya ni hablamos de los dispensarios y eventuales puestos sanitarios que en el interior son solo rémora de la desvergüenza oficial.

¿Quién no está organizando o tiene gente cercana promoviendo polladas, ferias de comida, ventas de cuadros, ropas, etc., o pidiendo socorro del modo que fuere para recaudar fondos proatención de la enfermedad –en diversa gravedad– de personas comunes, ignotas o destacadas socialmente? La pollada como sistema de búsqueda de atención sanitaria es un fenómeno que se está extendiendo lamentablemente por todo el país ante la ineficiente gestión y disponibilidad de los servicios públicos; y el inmisericorde robo en el sector privado.

Esto no es casualidad. Tampoco es culpa de la gente en términos cotidianos. Tal vez la carga de responsabilidad que exista sea el hecho de haber votado a estas autoridades que demuestran en cada acción y omisión su desinterés y desprecio hacia la mayoría de la población. Por lo demás, cualquier autoridad electa o designada por los organismos públicos de poder tienen la obligación, sin opciones, de servir a la gente y de poner a su disposición todo lo que les permita una vida digna, saludable y respetada. La atención de la salud es una necesidad básica y un derecho humano inalienable.

Mario Abdo Benítez, actual presidente de la República y heredero de la fortuna malhabida de su padre homónimo, el secretario privado del dictador Stroessner (1954-1989), no mueve un dedo para que las cosas mejoren en el país. Dicho de otra manera, no se preocupa por gobernar, por cumplir el mandato constitucional ni hacer honor a sus palabras, por más falsas que hayan sido en campaña y en el momento de la asunción. Actualmente es el culpable de la situación. No ignora ni desconoce lo que está ocurriendo en todos los ámbitos. Sobre el sector de la salud está bien informado, pero prefiere girar la cabeza y seguir como si la gente no se estuviera muriendo por falta de una mínima asistencia, por desabastecimiento de un analgésico o un suero oral que podría salvar de la deshidratación. No profundizamos en el hambre que agobia a grandes áreas de la geografía humana nacional.

Todos los males tienen cura. No hay fatalidad irreversible ni aquello de Roa Bastos, de que “el infortunio se enamoró del Paraguay”; como si la realidad no pudiera ser cambiada.

La población necesita respuestas urgentes del Estado. No hay tiempo para esperar. La gente está muriendo todos los días desnutrida y enferma. Tal vez es hora de decir basta y reaccionar. El Gobierno está empujando hacia el abismo...

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.