08 sept. 2024

Paraguay, China y Estados Unidos

Durante toda la semana preelectoral he estado concediendo entrevistas a medios internacionales y participando en paneles de organizaciones y centros de estudios con el objetivo de analizar los desafíos de las elecciones en Paraguay. Me llamó la atención que, a diferencia del debate nacional, uno de los puntos prioritarios en el exterior es la relación de Paraguay con Taiwán.

Resulta ser que, en una entrevista concedida a Deutsche Welle (DW), Efraín Alegre dijo de manera bastante tajante que si llegase a ser gobierno establecería relaciones diplomáticas con China, rompiendo así con Taiwán. Con esas declaraciones, el Paraguay pasó a ser parte del gran tablero geopolítico en el que se disputan las relaciones de fuerza entre los grandes polos de poder mundial. Si Paraguay se pasa a China, no quedaría ni una sola embajada de Taiwán en América del Sur. El subcontinente sudamericano sería zona de influencia exclusiva de China y no habría, hipotéticamente hablando, quien se podría oponer a una eventual toma de control de Taiwán por parte de Beijing.

Desde esa entrevista con la DW, el posicionamiento del candidato se matizó y aparentemente no hay nada firme respecto al tema del cambio de relaciones diplomáticas. En el Plan de Gobierno lanzado por la Concertación Nacional, en su sección sobre relaciones internacionales, no hay nada definitivo. En entrevistas más recientes, Efraín Alegre planteó que el Paraguay pierde oportunidades manteniendo relaciones con Taiwán y que este último no ofrece nada a cambio como para justificar los sacrificios que hace el Paraguay. Es decir, la cooperación taiwanesa tiene que aumentar si quiere mantener una embajada en Asunción.

El punto que yo le señalaba a la prensa internacional es que si bien mantener o no relaciones con Taiwán es una cuestión soberana del Paraguay, el costo de mantener relaciones con la isla tiene mucho que ver también con las relaciones internacionales a nivel regional. Los vecinos y socios del Mercosur tienen todos relaciones con China, sin distinción de color político. Abarcando tanto al liberal Lacalle Pou, como a los progresistas Lula y Fernández. Inclusive con la llegada de Juntos por el Cambio al Ejecutivo en Argentina esa relación no cambiaría. Más allá, con la posible reanimación de la idea de Unasur, el subcontinente entero estaría en una posición diferente a la de Paraguay y las presiones por seguir un patrón común serían muy fuertes. Sobre todo, si el liderazgo de Brasil en la construcción de esa idea de integración sudamericana se mantiene. El apremio, vale aclarar, sería igual, tanto en el caso de una presidencia de Efraín Alegre como de Santiago Peña.

El llamado a un alineamiento por parte de Paraguay aumentaría aún más si en algún momento hay una posibilidad de desarrollo de infraestructuras caminera, de puertos u otro, que tuviese características continentales, abarcando a más de un país sudamericano y que fuese financiado, en parte, por China. Ahí, el argumento a favor de cambiar el arreglo diplomático sería mayor.

Desde una visión geopolítica simplista, el argumento de aquellos que insisten en mantener relaciones con Taiwán será el de introducir el tema de la influencia de los Estados Unidos. Es decir, ante la influencia de los vecinos, usar la alianza con EEUU para resistir y mantener el estatus quo. Puede ser, pero en su esfuerzo por enmendar sus relaciones con el Sur Global, el gran vecino del Norte haría su propio calculo costo beneficio y se preguntaría si vale la pena afectar las relaciones con el subcontinente para mantener la embajada de Taiwán en Paraguay. No olvidemos que ellos mismos se adhieren a la política de una sola China. Solo en el caso, y aún, de una victoria de los republicanos más rabiosos en las elecciones de EEUU en 2024 ese tipo de política anti-China podría tener asidero.

De todos modos, nada de esto será inmediato, ni quizás surja con fuerza en los primeros años del próximo ciclo político. Sin embargo, le va a costar mucho a Paraguay mantener su reconocimiento a Taiwán en el mediano y largo plazo. El fin está en el horizonte.

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