“La pandemia agudiza problemas ya existentes en las comunidades como la desnutrición y mal nutrición, que a su vez son consecuencia de un conjunto de otros factores, como la menor oportunidad de trabajo, limitaciones de movilidad y abastecimiento, indefensión ante vecinos que limitan acceso a recursos naturales o utilizan ilegítimamente los de las comunidades, etc.”, señala.
SITUACIÓN. El análisis de la organización Tierraviva indica que la cuarentena significó para muchas comunidades, principalmente en el Chaco, quedarse prácticamente imposibilitadas de acceder a alimentos, situación que se hace aún más crítica debido a la insuficiente asistencia estatal.
Detallan que, según el Censo Indígena del 2012, aproximadamente el 30% de las comunidades indígenas del país tienen algún problema relacionado con el acceso a la tierra y el territorio.
Indican que esta situación está directamente vinculada a la falta de seguridad alimentaria de la población indígena, y que la pobreza y pobreza extrema afectan de forma particular a la población indígena, alcanzando a un 75% y 60% de la población, respectivamente.
“Al mismo tiempo las comunidades quedan con una ausencia aún mayor de asistencia a problemas y urgencias de salud. Estas relativamente son atendidas por las Unidades de Salud Familiar y los hospitales regionales y/o nacionales, pero ahora deben priorizar la asistencia eventual para casos de Covid-19 e impedir riesgos mayores que podría derivar de la atención/internación de otros tipos de casos” indica Villagra.
Un 58% de las aldeas, comunidades y barrios indígenas no cuentan con una unidad de salud familiar en su territorio y unas 166 no reciben servicios de asistencia médica de forma habitual, son otros datos extraídos del censo del año 2012.
ASISTENCIA. Villagra indica que es fundamental que la asistencia alimentaria a la población indígena del Chaco llegue de forma suficiente y adecuada durante la actual emergencia sanitaria.
“Es una población afectada por insuficiencia de tierras, condiciones de explotación o indignas e inseguras fuentes de trabajos, acceso restringido o precarizado a sus propios recursos naturales (bosques, aguas), pobreza extrema incluso en las zonas periurbanas, afectada por fenómenos climáticos que aumentan dicha vulnerabilidad –como sequía e inundaciones, incendios, pérdida de biodiversidad–, y muy limitada protección social”, detalla el antropólogo.
Agrega que no existe una planificación adecuada y una asistencia integral que contemple la realidad de cada comunidad y sus necesidades específicas, y que la asistencia del Estado se basa en una respuesta simple y específica a demandas urgentes. Señala el aumento de la mortandad infantil, la de los adultos mayores, de las enfermedades, entre otros problemas, como la actual sequía.
Aumentan los problemas de desnutrición y mal nutrición, que a su vez son consecuencia de un conjunto de otros factores.
