“Cuando los padres no ejercen su autoridad parental y eso pone en entredicho la seguridad o la moralidad de los niños, los progenitores pueden incurrir en una pena de hasta dos años de cárcel y 30.000 euros de multa”, avisó el ministro, en alusión a la gran cantidad de menores vistos en las protestas violentas tras la muerte el pasado martes del adolescente Nahel por el tiro de un policía.
La declaración de Dupond-Moretti, que va en línea con lo adelantado horas antes por el presidente francés, Emmanuel Macron, se dio con Francia en pleno blindaje para enfrentar otra noche de protestas, después de que la última se saldase con al menos 250 agentes heridos, 875 arrestos –un tercio menores–; 492 edificios públicos atacados y 2.000 vehículos incendiados.
MENORES DE EDAD. ”Encontramos a jóvenes de entre 12, 13 y 18 años. El presidente ya lo ha dicho, no es el Estado, sino los padres los que crían a los hijos”, abundó el ministro de Justicia, que ha publicado una circular a los fiscales para avisarles de que deben actuar “con firmeza” ante los tumultos.
Dupond-Moretti también solicitó a los fiscales que demanden a los operadores de las redes sociales su colaboración para desvelar la identidad de los menores que se organizan para cometer actos vandálicos o se vanaglorian de la quema de mobiliario urbano, de coches o de edificios públicos. “No se pueden refugiar en sus teléfonos para no ser perseguidos”, advirtió.
Asimismo, el ministro exigió a las fiscalías “medidas severas, sobre todo contra los que atentan contra la integridad física de los policías, contra el personal judicial o penitenciario”.
RACISMO. El fallecimiento de Nahel, que será enterrado hoy en Nanterre –donde residía y donde falleció–, ha conmocionado a buena parte de la sociedad francesa y ha suscitado la enérgica condena de los partidos de izquierda y de movimientos sociales por considerarlo un acto de racismo (Nahel era de ascendencia argelina).
El Gobierno de Emmanuel Macron, que también condenó la muerte, quiere evitar a toda costa que se repitan los actos vandálicos que dieron la vuelta al mundo a finales de 2005, cuando una oleada de violencia estalló después de que dos adolescentes que huían de la policía perdiesen la vida electrocutados en la periferia parisina.