20 abr. 2024

Olimpia de América y el mundo

La temporada 1979 está marcada a fuego en la memoria deportiva nacional. Fue el año de grandes consagraciones, entre ellas la gloria alcanzada por Olimpia que arrancó del firmamento dos de sus más preciadas estrellas: La Copa Libertadores de América y la Copa Intercontinental.

El Decano del fútbol paraguayo fue siempre un gran animador del certamen continental, logrando disputar la final de la primera edición de la Copa (1960), con derrota ante el Peñarol uruguayo.

Con Osvaldo Domínguez Dibb en la presidencia, el monarca paraguayo de 1978, Olimpia, se aventuró en el certamen internacional con el objetivo de romper la hegemonía del Atlántico, ya que el título en esos tiempos era privilegio de equipos de Uruguay, Brasil y Argentina.

El tigre ODD puso al frente del grupo a un entonces poco conocido Luis Alberto Cubilla, que como jugador arrebató al Franjeado la Copa del 60, anotando el empate que consagró al Carbonero.

El Negro desembarcó a finales de 1978 con una osada pero decidida frase: “Vengo a ganar la Copa Libertadores”, que marcó el punto de partida de un equipo que conquistaría el mundo.

LA TRAVESÍA CONTINENTAL. Olimpia cayó en la serie 2 y arrancó la Copa venciendo en el debut a Sol de América por 2-1. La llave con los bolivianos Jorge Wilstermann y Bolívar tuvo como ganador al Franjeado que triunfó en 5 de sus 6 presentaciones.

En la etapa semifinal, el Decano enfrentó a Palestino, de Chile y Guaraní, de Brasil. Con dos victorias ante los trasandinos (2-0 y 3-0), Olimpia confirmó su boleto a la gran final venciendo a los brasileños en casa (2-1) y empatando de visita (1-1).

CAMINO A LA GLORIA. Acuñando la frase La gloria no tiene precio, por el presidente Domínguez Dibb, Olimpia arribó la final para enfrentar al bicampeón Boca Juniors, de Argentina.

El sistema copero de los 70 marcaba que de igualar en victorias, la definición debía de ser en cancha neutral (probablemente Uruguay). La apuesta era muy desgastante y demandaba mucho compromiso para un grupo que peleaba también, abrían otro frente con la Albirroja en esa temporada (disputaron la Copa América 1979).

En la primera pulseada, el 22 de julio del 79, Olimpia no falló y en un colmado Defensores del Chaco la victoria ante el Xeneize fue por 2 a 0. Osvaldo Aquino abrió la cuenta de arranque, mientras que Osvaldo Piazza con un tiro libre envenenado y con complicidad del hostil campo estiró la ventaja para el Decano, que cumplió en casa.

En la revancha, en una Bombonera a reventar, el Franjeado libró una de sus batallas más memorables el 27 de julio de 1979. La dura lucha se llevó a dos jugadores por sector (Roberto Paredes y Carlos Kiese en Olimpia y Rubén Suñé y Jorge Benítez en Boca) y el golero Éver Hugo Almeida fue el bastión en el cual los paraguayos sentaron las bases del empate sin goles que significó una consagración histórica.

La mítica Bombonera dejó de latir y se rindió a los pies de un puñado de guerreros guaraníes que dieron la vuelta olímpica por primera vez, conquistando un inédito triunfo para el balompié nacional.

LA CONQUISTA MUNDIAL. Olimpia como campeón de la Libertadores se ganó el derecho a enfrentar al monarca europeo por la Copa Intercontinental 1979, en ese entonces duelo más que futbolístico por lo que significaba el hostil enfrentamiento entre sudamericanos y europeos.

El vencedor de la Liga de Campeones 1979 fue el Nottingham Forest que superó 1-0 en Munich al Malmo, de Suecia, pero la negativa de los ingleses de disputar la Copa fue alegando violencia en suelo americano por los antecedentes en duelos anteriores especialmente ante los argentinos. La dirigencia franjeada intentó en varias ocasiones cerrar con el campeón inglés, pero el condicionante de los europeos era jugar un solo partido y de local, demasiada ventaja para la época.

Ante la negativa del Nottingham, los caminos apuntaron a reemplazar el rival con el subcampeón Malmoe, algo común en esos tiempos.

En la ida, Olimpia viajó a Suecia venciendo al frío (-4 grados) y al rival en cancha 1-0 con gol de Evaristo Isasi, tras estupenda corrida, un 18 de noviembre del 79.

La revancha se hizo esperar por meses, quedando fijada para el 2 de marzo de 1980. Un Defensores a pleno recibió el juego definitorio que marcaría un antes y un después en el fútbol paraguayo.

Olimpia, que tuvo en la banca a otro Cubilla (Pedro, hermano de Luis Alberto, que emigró al Newell’s, de argentina), llegó con ventaja mínima y sostuvo la diferencia con un claro triunfo por 2 a 1. Alicio Solalinde de penal y Miguel María Michelagnoli marcaron en el histórico triunfo franjeado que valió la inigualable conquista del mundo.

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