Las autoridades brasileñas se preparan contra reloj para una explosión de contagios “similar al que ocurre en países de Europa, como España, Reino Unido y Francia”, según declaró este lunes a los periodistas el ministro de Salud, Marcelo Queiroga.
Un presunto ataque hacker en los sistemas informáticos del Ministerio de Salud, que sólo ahora se está resolviendo, impidió conocer la evolución real de la pandemia entre diciembre y principios de enero.
Pero hay otros datos que reflejan el avance inexorable de ómicron. Por ejemplo, en São Paulo, el número de profesionales sanitarios de baja por Covid-19 se triplicó en el último mes en la red pública, desde 90 hasta 269, según datos oficiales.
Además, la demanda por test de diagnóstico se ha disparado en las farmacias y los ambulatorios de atención primaria están hasta arriba de pacientes con síntomas gripales, pues además de la Covid, Brasil enfrenta un brote de influenza del virus H3N2 en pleno verano austral.
La imagen de largas filas para someterse a un test rápido se repite estos días en las grandes ciudades brasileñas.
La variante ómicron también está empezando a afectar a la frágil actividad económica del país, en especial al sector aéreo. Importantes aerolíneas, como Latam y Azul, se han visto forzadas a cancelar decenas de vuelos nacionales e internacionales ante el repentino aumento de las bajas de sus tripulantes, ya sea por Covid-19 o gripe. La filial brasileña de Latam, la mayor empresa aérea de América Latina, canceló 121 vuelos previstos entre el sábado pasado y el próximo domingo, y pidió a sus clientes confirmar el estado de sus vuelos antes de dirigirse al aeropuerto. EFE