Una de las cuestiones fascinantes del ser paraguayo es tener que explicar lo obvio o la reiterada pasión al engaño o las medias verdades, que son las peores formas de mentira. Los periodistas aprenden a responder al qué, quién, cuándo, dónde, cómo y le agrego una: por qué. Si estas interrogantes están bien planteadas y respondidas, y el trabajo se realiza con rigor y ausencia de malicia, se puede decir que se ha hecho un trabajo veraz (aquello que se proclama o puede alcanzar el humano de la verdad).
Esta semana he sido protagonista a la distancia de una obviedad digna de las mejores tradiciones nuestras, que ahora se reproducen de manera más amplia y veloz en las redes sociales. Debo decir que me duele escribir sobre cosas obvias, pero lo hago en honor a la verdad y a mis amigos que han padecido los dislates, infundios y mentiras de un grupo desalojado del poder, pero que todavía tiene peso económico.
Vamos a las respuestas. ¿Qué fue el tema de Harvard? Dos concuñados (Gustale y Fernández Valdovinos) agradecidos con el régimen de Cartes afirmaron que yo había dicho ser egresado de Harvard porque en Facebook celebraba retornar a mi casa y no tenía forma de acreditar dicha condición. En mi CV oficial dice con claridad que hice cursos de posgrados en varias universidades, entre ellas Harvard, lo que significa participar de clases previamente aprobadas por un periodo académico. Como Nieman Fellow tomé clases hace 20 años con profesores como Porter, Sachs, Kelly, Cox, Sandel, Cornel West o en MIT con Chomsky, el legendario. Fueron como 16 materias con tareas que llenar y con profesores muy interesados en que participáramos en sus clases. Es un posgrado absolutamente y el diploma firmado por el presidente de la universidad eso lo atestigua. Ser Nieman Fellow es un honor y un orgullo que hace que Harvard nos reconozca con una de las becas más generosas a las que pueda aspirar cualquier mortal. En ese lapso y para toda la vida, uno es parte de alguna de las decenas de casas que tienen representación en esa universidad. Volví de nuevo como Visiting Scholar en el Centro de Estudios Latinoamericanos por seis meses en el 2008. El mismo programa que Becal acaba de firmar para llevar a paraguayos a estudiar aunque luego tendrán que explicar a los concuñados sus estudios de posgrado bajo ese esquema. Ser Fellow de Harvard supera muchas veces las denominaciones comunes de grado.
¿Quién lo dijo? Fernández Valdovinos, ex titular del BCP, muy cuestionado por innumerables medidas tomadas durante su presidencia y violador de la norma que rige la institución cuando hacía campaña abierta por Peña en las internas coloradas. Su concuñado Gustale es el mismo que nunca vio los negocios de Messer a pesar de que recibió salario para ese propósito y para estudiar aquí. Ha sido señalado como tal por la comisión investigadora del lavado de dinero del “hermano del alma”. Extrañamente es aún miembro del Directorio del BNF.
¿Cuándo? En una fiesta del conocimiento de chicos paraguayos brillantes que lanzaban un proyecto de colocar el país en el mapa de Harvard. Ahí Fernández Valdovinos no pudo soportar su propia opacidad y mediocridad.
¿Cómo? Por las redes sociales, exhibiendo en el caso del ahora miembro del Directorio del Banco Amambay sus títulos de Chicago, cosa que llenaría de vergüenza a cualquiera y, amplificadas por los medios del Grupo Cartes y sus escasos seguidores.
¿Por qué? Envidia, pequeñez o derrota aún no asumida… parecieran ser las explicaciones más rápidas. Sin embargo, después de los infundios y ataques llegó el lunes pasado una demanda judicial del Banco Amambay del que es empleado Fernández Valdovinos contra el periódico financiero 5días del que formo parte. Todo ha sido un plan bien montado: atacarme con un infundio para tener la tarea más fácil con el caso judicial. Pero no les será fácil, estamos probados en estas batallas.
Si pude explicarme correctamente, perfecto, porque será la última vez que lo haga. Nada es tan fastidioso como responder a las mentiras y obviedades. De paso, si Fernández Valdovinos hubiera atendido la presentación antes de mi discurso, no hubiera caído en el bochorno que terminó y, por último, Harvard es mi casa como lo es Navarra, Minnesota, Syracuse, Oxford o la UNA y muchas a nivel mundial donde me ha tocado enseñar. Mal les pese a los que creen que se puede mentir para convencer de un absurdo o cambiar la Constitución para ser reelecto.