Moverse a través de las calles y avenidas de la capital del país, su área metropolitana y el Departamento Central resulta un suplicio, que se eleva a la categoría de odisea o de peligrosa aventura cuando el clima nos castiga con abundantes lluvias. Las calles se encuentran en muy mal estado y el tráfico generado por la sobrepoblación de automóviles es un problema.
Según los datos de la Dirección de Registro del Automotor, en la última década se triplicó el parque automotor en el Paraguay. Los expertos relacionan esta situación con el periodo de bonanza económica que hizo posible la compra de vehículos, pero lo que es imposible ignorar sobre este fenómeno es su vinculación con necesidades no satisfechas, concretamente con la necesidad que tiene la población de movilizarse, de trasladarse desde el lugar donde vive al lugar donde trabaja, y para hacer esto no dispone de un sistema de transporte público bien organizado. Esta es la verdadera razón por la que las calles se han llenado de vehículos.
Una alternativa podría haber sido el Metrobús, el que había sido presentado como una gran obra para modernizar y solucionar el colapsado transporte público, pero que al final además de un fracaso fue una estafa para la ciudadanía.
Ahora estamos viviendo en tiempo presente la crónica de otro fracaso, que lamentablemente, podría tener consecuencias y un alto costo económico para el Municipio de Asunción. Se trata del tan pregonado estacionamiento tarifado. Tras el caudal de críticas, el intendente de Asunción decidió suspender el contrato con el consorcio Parxin, por el masivo rechazo ciudadano; se señala que será solo hasta que las condiciones esten dadas, o se resuelvan los problemas de la aplicación y la falta de emisión de facturas.
La medida es un placebo que de nada servirá. La ineficiencia de la administración de Óscar Rodríguez es enorme, pues ha permitido el inicio del cobro del estacionamiento, un hecho que resulta oneroso para el ciudadano, sin tener un plan, aunque sea uno básico para ordenar el tráfico de la ciudad y sin que los ciudadanos tengan opciones para movilizarse, considerando que el servicio de transporte público es deplorable y vergonzoso.
Por otra parte, resulta inaceptable que se acepte que el estacionamiento tarifado suponga ganancias millonarias para una empresa privada que nada invierte en la ciudad para el bienestar de los usuarios.
Finalmente, otro sonado fracaso resultó aquel proyecto financiado por el Fondo para el Medioambiente Mundial (FMAM), mediante el PNUD, y que se implementó –por decirlo de alguna manera– con el Ministerio de Obras Públicas y la Municipalidad de Asunción. Se trataba de una Red de Bicisendas en el Área Metropolitana de Asunción, y era una buena propuesta.
En el Paraguay, sus autoridades prefieren mantener a la población en el atraso. La implementación de unos escasos kilómetros de carril exclusivo para el uso de los ciclistas, parte de ellos a lo largo de la calle Palma, fue interpretado como una afrenta para los comerciantes, algunos de ellos incluso ocupan las veredas que deberían ser para los peatones. El movimiento antibicisendas fue intenso y al final el proyecto ha quedado prácticamente en el olvido. Hoy, la calle Palma sigue siendo exclusiva para los vehículos que por ahí circulan e impunemente estacionan sobre ella.
Necesitamos autoridades y funcionarios comprometidos, que sean capaces de implementar planes de movilidad urbana, que piensen en el desarrollo de las ciudades, y prioricen en sus acciones y decisiones el bienestar de los ciudadanos.