Por Pa’i Oliva
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En el primer capítulo del borrador para la V conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida, nos interpelan las circunstancias actuales del continente y las personas que lo pueblan. Y son ciertamente bien fuertes. Mayoría de pobres con absoluta falta de horizonte. Sin salud, con una mala educación y sin empleo posible. Continente que solo sobrevive, mientras una tercera parte de sus habitantes viven mejor que en el primer mundo. Con una mínima participación correcta en la política en la que son engañados. Y sometidos a corrupción y delincuencia de todo tipo.
En el capítulo segundo se intenta responder a esas “voces contemporáneas de Dios”, como las llama el documento. Lamentablemente son débiles y muy generales. Servirían para cualquier parte del mundo y no expresan con creatividad las respuestas que exigen los problemas de nuestros Pueblos.
Jesús de Nazaret, presencia viva de Dios, nos hubiera respondido con más “espíritu”. Esto quiere decir que frente a las terribles interpelaciones del momento (frustración, miseria, sometimiento) escuchándolo tendríamos “parresia” (entusiasmo) para luchar. Y nada de esto genera este borrador del documento para Aparecida.
Y todo esto me preocupa. Los documentos que se aprueben en Aparecida en Brasil, debieran ser lo que fueron los de la II Conferencia reunida en Medellín (1968). Ánimo, impulso y una gran esperanza.
Una idea para reflexionarla hoy Miércoles Santo.