28 mar. 2024

No aprendimos de la pandemia

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En el Congreso se analiza el Presupuesto General de la Nación, la ley más importante porque establece los objetivos y las metas del Poder Ejecutivo para el siguiente período fiscal. Allí se establecen los lineamientos generales en el contexto del desarrollo institucional.

El primero en estudiar fue la Comisión Bicameral, integrada por senadores y diputados, que ejecuta la primera tarea de tamizar y reasignar los rubros. Ya en esa instancia se alertó del escandaloso recorte a la educación y las terribles consecuencias para el futuro de los niños y jóvenes, los más golpeados durante la pandemia. La deserción escolar del segundo ciclo creció en esta etapa de crisis sanitaria y, según las cifras, 243.000 estudiantes no están estudiando hoy. Un cuadro trágico que debe revertirse si no se quiere evitar el crecimiento de la pobreza y la informalidad. Y lo más importante; restituir los sueños que se vieron truncados por la crisis económica.

Se movilizaron todos los estamentos vinculados a la educación para frenar el descalabro. Se habló con los líderes de las bancadas. Los diputados dieron sendos discursos sobre la importancia del futuro, hubo promesas de las bancadas coloradas. Los precandidatos presidenciales hicieron hurra por el blindaje a los recursos del FEEI, primera infancia y las becas de Becal.

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Pero, la Cámara de Diputados le aplicó el tijerazo al Fondo de Excelencia de la Educación e Investigación en una maniobra prestidigitadora para confundir. “Lo único que se ha hecho es realizar un cambio de fuente de financiación para cubrir los kits escolares y programas de alimentación. Hemos comprobado la disponibilidad de saldos de fondos del FEEI y lo que se hizo es reasignar USD 17 millones. Además, se agrega un articulado de que Hacienda deberá reponer los fondos en la medida de sus posibilidades”, aseguró el diputado colorado Tadeo Rojas, en su justificación. O sea, se apropiaron del fondo seguro de la educación, para mutarlo a fondo incierto.

En síntesis, le sacaron al FEEI 17 millones de dólares de “fondos no comprometidos”. El organismo hizo una lista de cómo afectará esta decisión en caso que el Senado no corrija el desatino: 5.000 niños de 0 a 3 años no recibirán atención integral directa y domiciliaria, 3.500 niños no podrán asistir al pre-jardín y al jardín de infantes, 2.377 docentes no accederán a cursos de especialización, 1.700 estudiantes no contarán con 46 aulas y equipamientos nuevos; 171 profesionales no podrán acceder a becas de doctorados y maestrías en las mejores universidades del mundo, 256 investigaciones científicas no se podrán concretar, Paraguay no podrá participar en el 2023 de las pruebas PISA Internacional organizado por la OCDE.

¿Adónde va ese dinero? Pues a nuevos cargos en el Estado. Hacienda detectó que los diputados crearon 1.359 cargos, en su mayoría para el sistema de justicia.

Es más fácil señalar quiénes fueron los diputados que se pusieron del lado correcto de la historia porque los verdugos fueron mayoría aplastante. Los 13 votos que no pudieron revertir la situación para restituir los fondos a la educación, pero que vale la pena poner negro sobre blanco para evitar condenar a todos en la misma bolsa: Los colorados Hugo Ramírez, Carmen de Ovando, Jazmín Narváez, Carlos Núñez Salinas y Juan Carlos Galaverna (h); los liberales Édgar Acosta, Enrique Buzarquis, Manuel Trinidad y Juan Manuel Ayala; los patriaqueridistas Sebastián Villarejo, Sebastián García y Rocío Vallejo; además de la encuentrista Kattya González.

Ahora el tema queda en manos del Senado, que ha mostrado tener mayor racionalidad en algunos asuntos delicados que ponen a tambalear al Estado.

CAMINAR HACIA ATRÁS. La terrible pandemia del coronavirus dejó dos lecciones principales: La necesidad de contar con sistemas públicos de salud fuertes y una educación que dé saltos cualitativos teniendo en cuenta los avances tecnológicos porque la ciencia es la más poderosa herramienta que tiene la humanidad para enfrentar las amenazas de diversa índole. Para ello, hay que formar a los jóvenes en centros educativos acordes a los tiempos, enviarlos a las mejores universidades del mundo, estimular la investigación.

La decadencia política se hace carne en esta especial situación. El FEEI, que nace en el 2012, es una instancia pública con participación de la sociedad civil creada para destinar recursos a programas y proyectos con el objetivo de “elevar la calidad de la educación, en la búsqueda de la excelencia educativa y la promoción de la investigación y el desarrollo”, a través de numerosos programas. Desde entonces, hubo un pacto no escrito de no manotear sus recursos, pero desde hace tiempo la clase política ha puesto sus colmillos en esos fondos. Con esta amputación presupuestaria, ya son 40 millones de dólares los recortes totales en dos años consecutivos.

De nada sirvieron los reclamos de distintas instancias del Estado y de sectores civiles para evitar la catástrofe educativa. Porque en Paraguay, la clase política, siempre de contramano a la historia, cínica sin el menor pudor y sin límites éticos, prefiere alimentar al monstruo clientelar que apostar al largo proceso educativo. Es la pesadilla del eterno retorno. Con esta dirigencia es imposible debatir el presente y menos aún conjugar el futuro.

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