05 ago. 2025

“Navega mar adentro”

En Lucas 5, 1-11 “navega mar adentro, y echen las redes”, a menudo también recordado en latín “¡Duc in altium!”, Jesús nos invita a atrevernos, a tener fe, ir más lejos, perseverar contra toda lógica científica y contra toda experiencia previa. La Palabra, de reciente recordación en las homilías dominicales, es un desafío personal aplicable también a nuestra actividad cotidiana de empresarios cristianos. Si bien hay muchos buenos ejemplos, nuestra actividad con las parroquias y en las parroquias no va mucho más allá de la limosna, contribuciones o donaciones ocasionales y alguna asistencia protocolar. Es probable que haya buenas razones o dificultades para que nuestra incidencia sea más cercana y mayor. Una de las escuchadas frecuentemente es que “cuesta saber cómo ayudar”, o “cuesta creer”. Otra de las explicaciones se refiere a las debilidades administrativas y de gestión que llevan al mal uso de recursos.

Las escuelas parroquiales, por ejemplo, están en una telaraña de complicaciones institucionales: municipalidad, Iglesia, ministerios y otras entidades estatales y organizaciones privadas vinculadas tienen diversas regulaciones, procedimientos, controles y exigencias. La escuela tiene sus alumnos, colaboradores y comunidad de padres y vecinos a los cuales se deben en sus objetivos fundamentales. Los empresarios solemos olvidar que el alumno al terminar su vida escolar y colegial generalmente cumple también mayoría de edad con lo cual le aparecen por simple decantamiento del calendario dos urgencias: trabajar para ayudar en su casa (si ya no lo viene haciendo) y tratar de estudiar algo y, por otro lado, si tenía seguridad social debido a su edad, se queda sin cobertura de salud. Si quiere estudiar una carrera de carga horaria importante (Medicina, o Ingeniería, por ejemplo), su situación es muy complicada.

Los empresarios podemos dar una mano. Podemos “ir más allá” aunque eventualmente estemos supliendo las deficiencias del Estado. El desafío que refleja San Lucas también aplica al Estado y a otras instituciones de nuestra sociedad. Recientemente, se han dado a conocer aumentos concedidos directamente por el Parlamento. Seguramente, habrá algunos justos. Toda la experiencia, técnica y la ciencia aplicados por profesionales en la preparación del presupuesto se desmoronan ante una simple acción política. Es una historia conocida y repetida. Sabemos que, dentro de 7 meses, aproximadamente, tendremos amenazas o hechos de manifestaciones y cierres gestionados por grupos que tienen la capacidad, el tamaño y la fuerza de presionar. Están en su derecho, pero el Estado debe animarse a “navegar mar adentro” y proponer otras reglas del juego, y si la ciudadanía considera apropiados los cambios, debe apoyarlos. No podemos seguir gastando mal.

Que Dios nos ilumine y el Espíritu Santo nos conceda sabiduría y coraje.