12 may. 2024

Ña Chiquita, la mamá luchadora del Ycuá Bolaños

[VIDEO] Ña Chiquita de Lezcano perdió a su hijo Jorge en el incendio del supermercado Ycuá Bolaños. Ese día salió de la cocina y se convirtió en un símbolo de reclamo incansable por la dignidad y la justicia.

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En el nombre del hijo. Brunilda María Cáceres de Lezcano, ña Chiquita, con la foto de su hijo Jorge Fernando.

Por Andrés Colmán Gutiérrez

En Twitter: @andrescolman

A ña Chiquita no se le borra de la memoria aquella imagen del último domingo feliz.

Estaba en la cocina, mamá hogareña preparando el almuerzo, dispuesta a complacer a sus cuatro hijos. Sobre todo a Silvia, quien a último momento le confesó que tenía ganas de comer tarta de verduras, y entonces ella tuvo que modificar el menú planeado.

Era alrededor de las once de la mañana del domingo 1 de agosto de 2004, una fecha que se le iba a quedar grabada para siempre en el alma.

Su hijo Jorge Fernando, entonces de 24 años de edad, entró a darle un abrazo y a preguntarle si acaso necesitaba algo, porque él se iba un rato hasta el supermercado Ycuá Bolaños, distante a unas seis cuadras del hogar de los Lezcano Cáceres, en el barrio Trinidad de Asunción. El joven necesitaba comprar elementos para lustrar el auto.

-No, che memby, ya hicimos las compras de la semana -respondió Ña Chiquita-. El pan y la leche voy a comprar de la despensa.

-Voy a traer pan y leche del súper, mamá. Así ya no tenés que volver a salir -dijo él, y le estampó un beso cariñoso-.

Ella recuerda así la última imagen de su hijo vivo. Con esa sonrisa radiante y luminosa, mientras se despedía.

Ña Chiquita siguió con su labor en la cocina, cuando de pronto se le clavó una sensación de angustia en el pecho. “Fue como un presentimiento de algo terrible”, dice ella, que no sabe definir bien lo que sintió. Solo recuerda que salió de la cocina y encontró una visión de pesadillas. Una humareda negra oscurecía el cielo. “Vi que una gran bola de fuego y de humo subía como una pelota, en dirección al supermercado”, relata.

En la calle había vecinos asustados. Corridas. Gritos. Bocinas. Sirenas. Un infierno desatado en todo el barrio.

--¡Dios mío, Jorge...!--, gritó ña Chiquita, mientras se apretaba el corazón con las manos.

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AMOR DE MADRE. Ella se llama Brunilda María Cáceres de Lezcano, pero en el barrio todos la conocen cariñosamente como ña Chiquita.

Desde hace casi nueve años, desde el día del feroz incendio del supermercado, que causó la muerte de casi 400 personas, entre ellas la de su hijo Jorge Fernando, ña Chiquita también pasó a ser conocida como “la dama de negro”, la “mamá de hierro”, una de las dirigentes más aguerridas de la Coordinadora de Víctimas, Familiares y Amigos del Ycuá Bolaños, siempre presente en las conmemoraciones y en las movilizaciones de protesta.

“Hasta entonces yo era una mujer tímida, a la que no le gustaba hablar en público. Pero ese día cambié, me convertí en una madre luchadora. Por la memoria de mi hijo y de todas las personas que murieron en el incendio, hice la promesa de que no me iba a cansar de pedir justicia y de luchar por un país mejor”, explica.

MEMORIA. El Día de la Madre, desde entonces, es de celebración, pero a la vez de dolor, en el hogar de los Lezcano.

“Tengo otros tres hijos que están vivos, y ellos me piden que no me ponga triste. Pero mi corazón está dividido en cuatro partes y siento que me falta un pedazo. Por eso lloro, pero también me pongo feliz por mis otros hijos, por mis nietos. Hay que seguir viviendo y luchando, y la mejor manera de honrar la memoria del que ya no está, es pelear para que el Paraguay con el que él también soñaba, un país sin corrupción y con justicia, alguna vez pueda ser posible”, dice ña Chiquita, mientras acaricia con la punta de sus dedos la foto de Jorge acunada entre sus brazos.

EL NIETO. Cuando Jorge Fernando Lezcano Cáceres falleció en el incendio del Ycuá Bolaños, su novia estaba embarazada de cinco meses de su hijo Martín, quien nació el 20 de diciembre de 2004, sin poder conocer a su padre.

“Esa experiencia fue a la vez muy fuerte, muy terrible, pero a la vez muy linda para todos nosotros. Yo me sentí inmensamente feliz el día en que nació mi nieto, pero a la vez muy dolida por dentro, por esa criatura que no iba a conocer a su padre, y por mi hijo que murió sin ver nacer a su hijo, que era su mayor ilusión”, cuenta ña Chiquita de Lezcano.

Desde entonces, la madre de Jorge se sienta a contarle a su nieto sobre quién era su padre. “Le cuento que él era humilde, muy estudioso y trabajador. Que empezó a trabajar desde los 14 años en la empresa Tubopar, y luego fue contratado en la firma Personal. Yo tuve que ir a firmar papeles en el juzgado para que Jorge pueda ser contratado, por ser menor de edad, pero lo querían mucho, por ser un joven honesto, responsable y muy idealista”, relata.

Ña Chiquita recuerda el día en que Jorge llegó a casa gritando de alegría, con la foto de la última ecografía, en donde se veía a Martín aún en el vientre de su madre.

“Pegó la foto por la puerta de la heladera. Él ya había elegido el nombre de su hijo y tenía todo planeado, hasta el día en que iba a nacer por cesárea. Pero la tragedia lo cambió todo. Por eso digo a las madres que acompañen y disfruten de sus hijos, mientras los tengan en vida”, relata.

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