20 may. 2024

Morir esperando una cama

Sin camas. Los principales centros registran una ocupación total por casos de Covid-19.

Sin camas. Los principales centros registran una ocupación total por casos de Covid-19.

Los llaman terapizados. Una palabra que todavía no existe en el diccionario, que probablemente ha sido inventada en medio de la grave crisis de la pandemia del coronavirus.

Son los enfermos contagiados con el virus SARS-CoV-2 de Covid-19, que se encuentran en estado grave y requieren una internación urgente en unidades de terapia intensiva (UTI), pero como ya no hay camas disponibles, los someten a una especie de subterapia precaria improvisada, acostados en salas comunes o sentados en sillones en algún pasillo, como en un hospital de campaña bélica, conectados a tubos de oxígeno y suero intravenoso, que al menos suplen las carencias, tratando de salvarles la vida, mientras sus familiares esperan con dramática impotencia que alguien más se cure o alguien más muera para dejar su lugar desocupado.

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El gran músico Tito Acuña, malabarista del arpa jeroky, integrante del legendario Trío de los Hermanos Acuña y Juan Carlos Oviedo, enfermó gravemente y esperó varios días como terapizado en el Hospital de Villa Elisa, hasta que le consiguieron un lugar en un sanatorio de San Lorenzo, pero ya fue muy tarde. Tito murió hace pocos días, en medio de una gran congoja en el mundo artístico.

La abogada María Noguera, gran luchadora por la causa de los jóvenes abusados en el Servicio Militar Obligatorio, también integró la larga lista de pacientes que esperan durante días una cama de terapia. Su hijo Aldo tuvo que interponer un recurso de amparo ante el Poder Judicial hasta lograr que le consigan un lugar. Ahora lucha por su vida en el Hospital de Calle’i.

Actualmente existen 471 camas de terapia intensiva en todo el sistema de salud pública del país, pero todas están ocupadas. Tampoco queda lugar en el sector privado. Este último viernes —según el director de Vigilancia de la Salud, Guillermo Sequera—, había 205 personas en grave estado, esperando turno para acceder a una cama de terapia y el pronóstico es que este número irá en aumento.

Los terapizados no son considerados internados en terapia intensiva, sino que están en una especie de limbo médico, donde se exponen a infecciones o a contraer otras enfermedades, debido a la precariedad y la falta de asepsia. Hubo que modificar la ley del Fondo Nacional de Cobertura a pacientes de Covid-19 para que también se los incluya entre los beneficiados. Son muchos los que mueren esperando la cama que nunca llega a tiempo. No importa si son ciudadanos anónimos o personas de renombre, pobres o ricos, si tienen seguros médicos costosos o dependen de la salud pública. Si no hay, no hay.

Lo más terrible es que cuando alguien se cura o se muere, dejando libre un lugar, hay que decidir a quién se le otorga entre los más de 200 que aguardan. ¿A la persona más joven, que tiene más posibilidades de salir adelante, o a la que tiene más edad y está más en riesgo? ¿A la que está primera en la lista, o a la que tiene un recurso de amparo judicial? A este nivel hemos llegado: médicos que deben decidir quién puede vivir o quién puede morir. Terrible situación que es responsabilidad directa de un Gobierno inútil, que podría haber administrado mejor la crisis, invertir en mayor infraestructura sanitaria, gestionar a tiempo la provisión de vacunas, pero sin embargo dejó que se imponga impunemente la criminal corrupción, abriendo campo a tanta desidia y a tanta muerte.

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