Argaña fue asesinado el 23 de marzo de 1999, lo que generó una revuelta popular que se centró en las plazas ubicadas frente al Congreso Nacional, donde tres días después del magnicidio, el 26 de marzo, cayeron muertos Henry Díaz Bernal, José Miguel Zarza, Armando Espinosa, Víctor Hugo Molas, Manfred Stark y Cristóbal Espínola. Un año después falleció Arnaldo Paredes, quien como Óscar Velázquez y muchos otros fueron heridos por el cruce de disparos de francotiradores y la Policía.
Valázquez llegó a las plazas ubicadas frente al Congreso aquel 25 de marzo portando la bandera de donde era oriundo: el departamento de Alto Paraguay. “Ahí empezaron a decirme Comandante Chaqueño. Yo lideraba al grupo de los chaqueños, quienes llegamos a dedo hasta Asunción”, dijo.
Al día siguiente de su llegada ya recibió dos impactos de balines en ambas manos y luego un disparo en la boca por parte de la Policía “justo cuando Ricardo Flecha cantaba canciones de protesta”.
“No me importó que tenía una bala en mi boca y las manos heridas y con mucho dolor. Me planté y les dije a los compañeros que no iba a ir al médico. Me dispararon, sangraba, pero yo seguí hasta la renuncia de (Raúl) Cubas”, relata Velázquez, que por ese entonces tenía 31 años.
Cuenta que recién días después, cuando Luis González Macchi asumió como el nuevo presidente, lo llevaron hasta el Centro de Salud de Villa Hayes. Explicó que lo llevaron a dicho hospital porque al salir de la plaza fue a ver la situación de unos huelguistas de Acepar, donde él era dirigente.
“Antes debía saber si mi gente estaba bien. A mí ya no me importaba la bala que tenía en la boca porque lo importante era que Cubas renunció y que los jóvenes y todos los manifestantes habíamos triunfado”, precisó Velázquez, quien en la actualidad es bombero voluntario y, a la vez, funcionario contratado en IPS en el área de Prevención de Incendio y Catástrofe. “No me nombran (en IPS) porque no soy colorado ni liberal”, detalló.
Responsabilidad. Velázquez relató que en aquella época ya tenía tres hijos, de 10, 5 y 3 años.
“Tenía niños pequeños y por dentro decía que era un irresponsable por exponer mi vida de esa manera, pero mi enojo era más grande que cualquier cosa. Yo estaba furioso con lo que pasaba en el país. Nunca callé ante las injusticias. Desde la época de las manifestaciones en Clínicas que vengo participando de los reclamos, pero el más peligroso fue el del Marzo Paraguayo. Eso fue inolvidable”, siguió relatando.
Nuestro entrevistado recuerda que en plena manifestación él lanzó un palo a un policía que los estaba amedrentando y el uniformado cayó al piso, pero que luego él le ayudó a escapar de la gente.