La afluencia de peregrinos hacia la Basílica de Caacupé, a pesar de las restricciones impuestas por las autoridades; la concurrencia masiva a balnearios ante el intenso calor, con fiestas y tragos en aglomeraciones, sin el uso de tapabocas ni la necesaria distancia física, tal como se ha podido ver, demuestra que existe una sensación de relajo en un gran sector de la población. A ello se suma que en las calles se ve cada vez más a personas que no usan mascarillas, o compartiendo el tereré en plazas y veredas; unidades de transporte público que circulan repletas de pasajeros y locales de diversión que funcionan con mucha concurrencia.
Ni la nueva ley que impone multas a quienes no usan tapabocas, ni la vigencia de las normas sanitarias estrictas que deben cumplirse aún durante la llamada “cuarentena social” logran que se mantengan los cuidados necesarios ante la continuidad de la pandemia. Por un lado, el hartazgo de mucha gente ante el largo tiempo de restricciones, como la necesidad de reactivar la economía y las fuentes de trabajo, estimulan que exista una desobediencia cada vez mayor. La propia policía y los referentes del sistema de Justicia han reducido los controles para evitar que eso ocurra.
Las cifras de la situación de salud son preocupantes. Los contagios se incrementaron en las últimas semanas, con niveles cercanos a los del pico máximo: En setiembre y octubre se tuvo un promedio semanal de hasta 5.700 casos, mientras en esta última semana se alcanzaron 5.274 casos. El numero diario de fallecidos, luego de haber marcado una esperanzadora curva descendente, empieza otra vez a repuntar. Como resultado, los servicios de urgencia y de terapia están colapsados.
La meseta de casos, que fue alta y prolongada, se extendió por poco más de dos meses: Desde la semana 36 –del 30 de agosto al 5 de setiembre– hasta la 44, del 25 al 31 de octubre, según datos brindados a ÚH por el doctor Julio Borba, viceministro de Atención Integral a la Salud.
En la semana 45, del 1 al 7 de noviembre, hubo una importante disminución de casos, por debajo de la meseta, tanto en número de casos positivos como en número de hospitalizados. Se llegó a 580 internados, de los 800 de las semanas anteriores. A partir de las semanas 47 y 48 (del 15 al 28 de noviembre) nuevamente empezó a aumentar. Hasta el pasado domingo se llegó otra vez a los 750 internados en todo el sistema de Salud, 127 de los cuales están en Terapia Intensiva. “Volvimos al mismo nivel de la meseta que dejaron las ocho semanas anteriores a la semana 44. En el peor momento llegamos a tener 8 pacientes derivados al sector privado, hoy cerramos con 14 pacientes”, apuntó hace dos días.
Es el momento de extremar otra vez los controles, pero principalmente de apelar a una mayor conciencia ciudadana para evitar que el año finalice con mayores pérdidas, en todo sentido.