Por Sergio Noe sergionoe@gmail.com
La actriz y docente de teatro Margarita Irún cumple sus 50 años de carrera escénica y de enseñanza y los celebra con la representación de Ramona Quebrando. Las funciones son hoy, a las 21.00, y mañana, a las 20.00, en el Teatro de las Américas del CCPA (José Berges casi EEUU).
“Mi carrera actoral se marcó a fuego con los clásicos del teatro: Tartufo de Molière, Las troyanas de Eurípides, La casa de Bernarda Alba de Lorca, entre otros”, cuenta la actriz, quien luego trabajó con el humor junto a Tito Chamorro.
Esta noche, la actual directora del Teatro Municipal actúa con su hija Paola y Félix Medina, en una versión de Hugo Luis Robles sobre la novela homónima de Margot Ayala de Michelagnoli. En la nueva versión se parte de la novela teniendo como médula del universo a Ramona y la interioridad de esta mujer, como sus pesares, sus amores, sus contradicciones, su ser de mujer que dialoga con el río.
Así, Irún vuelve a la escena donde debutó a sus 16 años con el elenco del Ateneo Paraguayo, de la mano de Mario Prono y María Elena Sachero, con la obra Diagnóstico de familia, de Pedro Bloch, que se presentó en el Municipal. “Fue mi primera obra”, recuerda con alegría.
Así pisaba las tablas, luego de culminar sus estudios de poesía en la Escuela de Arte Dramático Alberto Williams de Buenos Aires, Argentina. “A partir de allí empecé con los recitales y al mismo tiempo ya estaba en las tablas, y no paré de actuar y enseñar”, relata y asegura con orgullo que durante décadas fue una de las que más obras representaron en el Arlequín.
INTERNACIONAL. Luego de compartir con figuras como María Elena Sachero, Clotilde Cabral, Mario Prono o José Luis Ardissone, en 1988 interpretó el papel de ama de llaves de Lorca con el elenco estadounidense del New York Shakespeare para el Festival de las Artes en Nueva York. La obra, The Death of García Lorca, en inglés, fue escrita por el venezolano José Antonio Rial.
“En 1988 entré en el elenco de Nueva York y fue increíble. Allá tuvimos un coach para el idioma, para la pronunciación y fuimos convocados tres latinos: César Évora –hoy conocido actor de telenovelas mexicanas–, la primera actriz venezolana, María Cristina Lozada, y yo”, dice Irún.
Para su personaje debió subir diez kilos e hizo un tratamiento alimenticio especial. “Me ocurrió que no atendí bien los detalles del contrato, como la prohibición de fumar en camerinos. Pero en aquel entonces yo lo hacía y al terminar la función fumé. Allí mismo vino un hombre con una multa de unos 500 dólares, un montón para aquel entonces. Fue allí que dejé de fumar para siempre”, confiesa.
Entre tantas obras representadas, recuerda que realizó una extensa temporada con clásicos en Arlequín Teatro, donde la influencia del director Carlos Aguilera fue decisiva.