Por Roberto Gómez Palacios
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Como lo hizo en otros países, donde cantó en el marco de su gira Trozos de mi alma II, el cantautor Marco Antonio Solís apeló a la integración de algunos instrumentistas locales para su show, presentado el sábado en el club Olimpia.
Componentes de las orquestas sinfónicas de la Ciudad de Asunción y Nacional, con violines, violas y violoncelos, fueron partícipes de una noche muy fría, pero cálida para el corazón.
No fue un concierto con letras que hablan solamente del desamor, la nostalgia y la soledad. Marco integró otras canciones esperanzadoras y no se olvidó de agradecer siempre al Creador por cada día vivido.
No faltaron las baladas, aquellas más conocidas que le dieron fama cuando aún pertenecía a Los Bukis, como Tu cárcel, y otras ya de su vida de solista, como O me voy o te vas y Si no te hubieras ido, entre otras.
La intervención de algunas bailarinas animó la noche, ya que Solís no se quedó solo con las baladas. Pasó de ese ritmo a la cumbia, al merengue y a la ranchera.
Pero el sonido falló en algunos pasajes. El cantautor se perdió con el retorno que llevaba en un oído. Incluso en una canción, la instrumentación le ganó en el tiempo y prefirió callar la frase.
Los impases, sin embargo, no robaron las bondades de su show, que duró poco más de dos horas y media. El tiempo no bastó para que Solís cantara todos sus éxitos, pero sí para que ejecutara la guitarra, la batería y dejara trozos de su alma a la platea.
El mexicano sigue vigente por su humildad, por cantarles a las personas enamoradas y también a las decepcionadas. El artista se ganó con creces el sitial que conserva luego de 30 años de carrera.