22 jun. 2025

Malabarismos monetarios

Por Guido Rodríguez Alcalá
La igualdad ante la ley requiere la igualdad ante la moneda. En otras palabras, esta es la idea del historiador Fulgencio R. Moreno. Moreno estudió el tema de la moneda –especialmente durante la Colonia– en el Paraguay y mostró que nos hemos visto sometidos a fluctuaciones perjudiciales.
El antiguo peso español no se dividía en centavos sino en reales de plata y de cobre, pero no estaba claro en cuántos. En teoría, el valor de cada pieza estaba dado por la cantidad de metal que contenía. En la práctica, la ley definía ese valor de la manera más favorable al poder político, una antigua práctica medieval.
El rey francés Felipe el Hermoso pasó a la historia con el marcante de monedero falso. Fue injusto, porque todos los reyes europeos fueron grandes falsificadores de moneda. La costumbre pasó a las colonias europeas en América y subsistió después de la Independencia. El cambio múltiple del dólar del Tembelo continuaba aquella venerable tradición. Volviendo al rey Felipe, el hombre prohibió en 1296 la exportación de moneda, una medida progresista continuada por Francia y los López. Pero sigamos con la América colonial.
En el siglo XVII, por ley, un peso valía de seis o cuatro reales de plata. No siempre estaba claro qué ley se aplicaba, como señala Carlos Pussineri Scala. Moreno dice que, en un momento determinado, un peso llegó a valer dos y medio reales de plata. También existía el peso de diez reales. Dependiendo de la ley y el ánimo de la perrada, un real de plata valía de 12 a 34 reales de cobre. A causa de esas oscilaciones, la gente no podía saber cuánto dinero tenía. O, lo que viene a ser igual, cuánto valían sus reales, la moneda que llevaba al mercado (un peso era mucha plata). En 1737, en la actual Argentina, “una manada de doce yeguas con su padre” se tasó en doce reales (información de Martín Romano García).
En aquellos tiempos, el valor de referencia eran los metales preciosos (oro y plata). Hoy día lo son las divisas (dólar, euro), y no se sabe cuál es su relación con el guaraní. El mercado debería dar el criterio objetivo, pero no es así. El dólar puede mantenerse bajo cuando el gobierno debe pagar deudas en dólares. Puede subir cuando a los gobernantes les conviene. Los que pagan el pato son los gobernados, quienes por regla deben dar más y recibir menos. La cuerda se suelta por lo más débil.
Para proteger a los más débiles, importa que la moneda tenga el mismo valor para todos. Esta es la idea de Moreno que sigue siendo válida. No valen los argumentos técnicos con que se la quiere escamotear. Uno no precisa ser ingeniero para exigir que la casa no se le caiga encima. No precisa ser médico para exigir que no le digan si tiene o no tiene dengue. Tampoco precisa ser economista para exigir que no le roben con manipulaciones monetarias. Esta es la cuestión de fondo que interesa a todos y no solo a los especialistas. La igualdad ante la ley puede ser ilusoria cuando la desvirtúan las desigualdades económicas creadas en beneficio de los gobiernos.