“En el mundo femenino, sin embargo, me dicen que subió bastante mi popularidad”, ironizó el mandatario al ser consultado sobre los últimos reclamos por supuesta paternidad, que habrían dañado su imagen en la opinión pública, según encuestas.
En la rueda de prensa, Lugo no confirmó ni negó si Fátima Rojas, una mujer de 19 años a cuya lujosa boda asistió el sábado pasado, es su hija, como lo denunció a la prensa la sobrina del mandatario, Mirta Maidana Lugo.
“Fátima Rojas pertenece a una familia que conozco desde 1977. Pido disculpas a esa familia porque se ha invadido su privacidad”, se limitó a decir el jefe de Estado.
Según la prensa local, el flamante esposo de Fátima Rojas, el estudiante de Derecho Luis Paciello, comenzó a trabajar días atrás en la asesoría jurídica de la hidroeléctrica paraguayo-argentina Yacyretá.
Al insistir los periodistas sobre la nueva denuncia de paternidad, Lugo aseguró que “forma parte de una gran campaña montada, sin ningún asidero objetivo. No merece ningún comentario” y agregó que los pleitos de dirimirán “en el marco de la justicia”.
Fátima es la cuarta persona cuya paternidad se atribuye a Lugo desde abril, aunque el mandatario reconoció a uno solo, Guillermo Armindo de 2 años.
Otras dos mujeres le reclaman judicialmente la prueba de ADN por otras dos criaturas, de 6 y 2 años.
El jefe de Estado, que renunció a ser obispo católico para lanzarse a la política en diciembre de 2006, aseguró que ningún presidente ha soportado como él “ataques sistemáticos y desproporcionados” por parte de la oposición.
“Yo perdono todo. Me he formado para recibir las afrentas y calumnias más diversas”, destacó al ratificar que permanecerá en el Gobierno hasta que finalice su mandato en 2013.
Lugo dijo que “algunas penosas voces dan plazos o insinúan que el golpe criminal de Honduras se pueda repetir en Paraguay”, en referencia a un proyecto de juicio político en su contra, lanzado por la oposición.
No obstante, advirtió que enfrentará un eventual escenario “de golpismo regresivo y autoritario”.
La Constitución paraguaya faculta al Congreso a destituir al presidente por mal desempeño, con dos tercios de los votos de ambas Cámaras.