Marian Quiroga
@marianquirogaa
Luisa Abbate Valenzano, más conocida como Lucha es una figura notable en el ámbito social y cultural de Paraguay.
Es aplaudida y destacada por ser la fundadora de la Fundación Tierranuestra, una organización que tiene como objetivo la transformación social a través de la música. Esta entidad apoya el programa Sonidos de la Tierra (SDT), fundado por el director de orquesta Luis Szarán, que se dedica a inculcar valores musicales en niños y jóvenes para fomentar el desarrollo comunitario.
Lucha se formó en un entorno familiar privilegiado por sus valores, convicciones y testimonios de vida cargados de sensibilidad social y compromiso ciudadano.
“Nací en el año 1947 y en mi hogar, que experimentó el exilio y la persecución en tiempos de guerra, revoluciones y dictaduras, nunca escuché la frase ‘no te metas’”, rememoró Abbate, que es madre de tres hijos y abuela de ocho nietos, fruto de la hermosa familia creada con Luciano Baby Brítez Caballero (+).
Para Lucha la sensibilidad vinculada a la educación la heredó de su madre, Concepción Chilina Valenzano de Abbate, docente, directora y fundadora de numerosas escuelas en Carapeguá y compañías.
“Es así que en el año 1997 abrimos con mi familia nuestro santuario familiar y creamos la primera granja escuela privada del país, Mamorei, ofreciendo una propuesta pedagógica innovadora con aprendizaje al aire libre. Con el apoyo de grandes educadores como el P. Montero Tirado y la artista y pedagoga Olga Blinder (+) y un equipo de profesionales especializados pudimos hacer ciencia de la experiencia familiar para que otros niños, otras personas e instituciones desarrollaran una mayor sensibilidad ambiental a través de experiencias vivenciales lúdicas en contacto con la naturaleza y la vida sencilla de campo”, mencionó.
Un desafío
Al mismo tiempo, la propuesta educativa proponía fortalecer objetivos curriculares. Este proyecto familiar luego evolucionó a un proyecto social a través de la Asociación Tierranuestra y la Fundación Avina, llegando a 11 departamentos del país, 400 escuelas públicas y más de 40.000 niños, niñas, docentes y padres de familia.
“Como en toda iniciativa, especialmente ciudadana, tuvimos un poco de todos los desafíos que involucra implementar innovación desde una organización privada. Uno de ellos, la desconfianza y valoración peyorativa de ciertos sectores económicos y políticos”, comentó.
No obstante, mediante alianzas estratégicas con empresas privadas y el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), sumada a la vocación de progreso de las personas del interior del país, plena de esperanza en las oportunidades que brinda la educación como privilegiada estrategia para su desarrollo, pudieron superar los desafíos capitalizándolos para aprender, mejorar y transformar.
Paso al costado
La mujer actualmente no forma parte de Tierranuestra. Afirma que la institución ya se encuentra fortalecida y consolidada organizativamente luego de 25 años desde su fundación.
“Cuando Tierranuestra cumplió 25 años de su fundación, y el proyecto Sonidos de la Tierra que habíamos anidado e implementado desde el año 2005, creí llegado el momento de entregar el legado, dar espacio a una nueva generación de profesionales que se inició y creció con Tierranuestra. Creo firmemente que el liderazgo más eficiente es aquel que sabe unirse a otras personas para lograr acciones conjuntas que tienen más que ver con el bien común que con el beneficio personal. Mi mayor gratificación es haber dado este paso”, afirmó.
“Medio en broma, medio en serio, al retirarme dije que me dedicaría al ‘Il dolce far niente’ o lo dulce de no hacer nada. Aunque parezca medio irresponsable esta frase, reúne tanta sabiduría al valorizar el ocio creativo, el silencio, el descanso, el tiempo para reflexionar y celebrar el encuentro con las personas y la capacidad de regenerarme y renacer, que me ha llevado a superar las más difíciles situaciones con una sonrisa“, agregó.
A pesar de lo anterior, y dado que siempre ha sido hiperactiva, también comparte su arandú ka´aty con colegas y organizaciones sociales que lo requieran, además de dedicar y disfrutar más tiempo con su familia y amigos.
Convicción
Lucha como su nombre indica se distingue por el entusiasmo y la convicción con los que propone y comunica sus ideas y acciones, así como por la energía y la pasión con que las implementa.
“Tengo la felicidad y el don de ver el vaso casi lleno, de creer en las personas y una audacia genética de la que no me puedo librar desde mi propio nombre”, afirma.
En su tiempo libre, le encanta caminar y regar el jardín descalza, disfrutando del placer de sentir el pasto fresco. También le gusta leer y ver películas. Y, por supuesto, valora los encuentros con familiares y amigos, así como los momentos de ocio.
Un sueño irrenunciable que tiene es el de legar a sus nietos y otros niños jóvenes del Paraguay, un país mejor, con oportunidades para todos, con justicia social que contribuya al pleno desarrollo de ellos y por ende al desarrollo del país.
“Tengo tanto por seguir haciendo y aportando. No podría vivir sin soñar y perseguir utopías como bien dice el poeta Eduardo Galeano. Y luchar desde donde esté por hacerlas realidad. Con optimismo mesurado, espero con alegría un momento muy especial de mi vida”, finalizó.