El hecho se pudo evidenciar en la multitudinaria celebración de la festividad de la Virgen de Caacupé, el pasado 8 de diciembre, cuando el actual presidente de la República, Mario Abdo Benítez, y los miembros de su Gabinete, así como otras altas autoridades fueron recibidos con abucheos de desaprobación a su llegada para participar del oficio religioso, como en las aclamaciones de la multitud a las duras críticas esgrimidas por el obispo de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, en su “carta al pueblo paraguayo”, enumerando las muchas falencias de los miembros de los tres Poderes del Estado y de la dirigencia política.
En una entrevista concedida posteriormente a este diario, el prelado caacupeño fue aún más preciso y contundente: “Están en crisis nuestros partidos políticos; cada vez se están dividiendo más y están dividiendo a la sociedad también”, planteando preguntas inquietantes: “¿Qué es lo que hacen nuestros líderes? ¿Dónde se fueron? ¿Qué están pensando hacer? Yo no les veo con un horizonte claro de aquí a cinco años. Eso a mí me preocupa, porque si seguimos así, ¿qué clase de líderes estamos produciendo, dónde nos están llevando? Y parece que nos están llevando al abismo”.
Esta preocupación de uno de los principales referentes de la Iglesia Católica constituye una dura interpelación que debe ser tenida en cuenta, debatida y respondida no solamente por las autoridades y la dirigencia política, sino por la misma sociedad. La percepción generalizada es que los principales partidos políticos con representación parlamentaria y que tienen responsabilidad directa en la conducción del país, tanto a nivel ejecutivo, como legislativo y judicial, no responden a las necesidades de la gente. Por el contrario, siguen participando en todo tipo de fechorías, o avalando con la impunidad a quienes las cometen, dilapidando el dinero público para provecho propio, burlándose de quienes más sufren. Es lógico que provoquen el desprecio y el escarnio de la gente.
A esta situación se suma la reciente decisión del Gobierno de Estados Unidos, que ha retirado la visa “de por vida”, prohibiendo visitar aquel país al ex senador colorado Óscar González Daher y al ex fiscal general del Estado Javier Díaz Verón, junto a miembros de sus familias, como un castigo internacional por ser personas “significativamente corruptas”. De más esta decir que hasta hace poco eran altas autoridades que gozaban de gran consideración en la sociedad, a pesar de conocerse que estaban metidas en graves hechos ilícitos. Al igual que ellos, muchos otros legisladores y reconocidos líderes políticos, a pesar de estar procesados o incluso tener órdenes internacionales de prisión, continúan impunes, incluso protegidos por sus pares y por sus partidos políticos.
No hay confianza ni credibilidad en los actuales líderes. Hay que sacudirse de personajes corruptos e inútiles y reconstruir nuevas formas de liderazgo, que permitan que la población vuelva a creer y a confiar en sus dirigentes.