22 jun. 2025

Los látigos de la miseria humana

Por Rubén Penayo
rubenpenayo@uhora.com.py
Qué inmisericordes son la codicia y la ambición de algunos que, tras haber probado los encantos del poder de cualquier índole o apenas aspirar a sorberlos, están dispuestos a poner la suela del zapato sobre la cabeza de cualquiera.
Pero nada nuevo hay bajo el Sol, pues las centurias y los siglos han visto pasar diversos nombres, pero las prácticas no han diferido, ni difieren: el engaño, la explotación y el sometimiento son apenas algunos de los garfios que han utilizado para hacer desangrar al prójimo.
Desde el comerciante que, con tal de cambiar de Land Cruiser o Montero, no tiene ningún problema en hacer trabajar a sus empleados doce horas al día y, si es posible, de lunes a lunes, hasta el que ocupa algún cargo intermedio en una estructura administrativa que, para congraciarse con el patrón, está dispuesto a mandarle hacer piruetas y malabares a un lisiado, con el látigo constante –lo que se traduce en presión y miedo al desempleo–, por decir lo más liviano.
En los casos mencionados, tanto la organización de los oprimidos, como la veía Paulo Freire (1921-1997), o el poder estatal necesario –este último, por ineptitud o complicidad– están ausentes, haciendo posible que, efectivamente, el hombre sea lobo del hombre, como Thomas Hobbes sostenía en “Leviatán” (1651).
El ámbito del sector privado puede darnos muchos otros ejemplos, y si empezara a hablar del público, estas líneas no serían suficientes. A esto hay que sumar la impresión que quieren vender –y la venden– a los más carenciados, de nuestro país, de que la vida es una tómbola, con sorteos que “vuelven millonarios” por doquier, hasta el hartazgo, asedio mediático de por medio.
En suma, el calvario es múltiple y las estaciones son muchas más que catorce en el Gólgota actual. Es ese mismo camino que hizo Jesucristo, de padecimientos, el que atraviesan hoy varios sectores sociales, al que hay que sumar la ignorancia y la falta de esperanza. La redención, no obstante, no es mesiánica, sino política, y la alternancia en el 2008 es un paso hacia ella. ¡Salud!