06 jun. 2025

Los hermanos sean unidos

Alberto Acosta Garbarino, presidente de Dende.

La primera pandemia de la era global –el coronavirus- ha puesto de rodillas a todos los países del mundo, tanto a los poderosos y altamente desarrollados como con mayor razón a los débiles y en vías de desarrollo.

El impacto en nuestra subdesarrollada América Latina ha sido trágico, porque la crisis sanitaria ha ocasionado hasta ahora más de 160.000 muertos, la crisis económica desplomará el producto interno bruto en un 9,1 por ciento y la crisis social hará que más de 28 millones de personas sean arrastradas a la pobreza extrema.

Si bien el impacto en el Paraguay también es muy importante, gracias a nuestra estructura poblacional y económica y a las rápidas medidas adoptadas por el Gobierno: de cuarentena en lo sanitario y de inyección de dinero en el plan de emergencia, los resultados son los mejores o los menos malos de la región.

El desempeño en lo sanitario con 29 muertos en una población de 7,2 millones de habitantes es muy superior a la ponderada y el elogiada Uruguay, que tiene 32 muertos con 3,4 millones de habitantes.

En el aspecto económico, gracias a nuestra enorme dependencia de la producción agrícola, ganadera e hidroeléctrica que no han sido afectadas por la pandemia y al fuerte crecimiento en la inversión en obras públicas, la economía paraguaya –según Cepal- tendrá una caída del 2,3 por ciento, la menor de América del Sur, que caerá un 9,4 por ciento en promedio.

Es cierto que estar menos mal que nuestros vecinos no es motivo de celebración, sobre todo sabiendo que numerosas empresas se han cerrado, miles de personas se han quedado sin trabajo y la pobreza se ha incrementado fuertemente.

También es cierto que esta pandemia ha mostrado la peor cara de la otra pandemia que carcome a nuestro Estado y que azota a toda la sociedad paraguaya desde hace mucho tiempo… que es la corrupción.

Al malestar ciudadano producto de la cuarentena a la cual hemos sido sometidos y a los efectos de la crisis económica y social, se le ha sumado la indignación por todos los escándalos de corrupción.

De esta situación difícil y compleja que estamos sufriendo, lo mínimo que uno puede esperar de la clase política es patriotismo y unión, para enfrentar juntos los grandes enemigos de nuestro país: la enfermedad, la ignorancia y la pobreza.

Como decía José Hernández en un fragmento de “El Gaucho Martín Fierro”, “…los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si ellos pelean los devoran los de ajuera”.

Independientemente a la falta de firmeza en la conducción del presidente, es lamentable ver las peleas internas por el liderazgo dentro del movimiento Añetete, como también es lamentable ver a importantes referentes económicos del movimiento Honor Colorado salir a la palestra política en busca de una eventual candidatura, criticando violentamente al Gobierno en una situación tan difícil y delicada.

Recordemos que ambos movimientos del Partido Colorado son los que apoyaron electoralmente a Mario Abdo Benítez para que el mismo hoy se encuentre en el poder.

Por su parte, la oposición más radicalizada representada por el sector oficialista del PLRA y los partidos de izquierda, aprovechando el descontento ciudadano se han radicalizado aún más, aumentando la ingobernabilidad en el país.

En este momento donde tanta gente está sufriendo y donde vemos tanta irresponsabilidad política, recordemos la muy repetida frase de Otto von Bismarck: “un político es el que piensa en las próximas elecciones, un estadista es el que piensa en las próximas generaciones”.

Lamentablemente en el Paraguay faltan estadistas y estamos llenos de políticos, que hacen del conflicto y la descalificación la herramienta para el ascenso al poder, en un momento en que necesitamos unión y concordia.

Si no estamos unidos para el bien de todos, nos devorarán la pandemia y la corrupción.