Se trata de la caída más pronunciada desde febrero de 2017 y demuestra los efectos de la pandemia de Covid-19, en cuanto a la contracción de la provisión de recursos a personas y empresas. Esta situación se genera a pesar de las medidas de inyección de liquidez y reducción de tasas de interés que implementó el Gobierno desde marzo pasado, para contrarrestar el daño producido por la merma de la actividad social y productiva impuesta para frenar la expansión de la enfermedad. En la variación interanual, el crecimiento de los créditos siguió desacelerándose hasta un 4,21% en abril de 2020, muy lejos del 20% en que se encontraba un año atrás (ver infografía).
Los depósitos, por su parte, reportan un incremento significativamente superior, de 12%, y ascienden a G. 106,6 billones, lo que revela también la cautela del mercado ante la elevada incertidumbre que persiste alrededor de la actual crisis.
La morosidad subió a 3,37%, el nivel más elevado en casi tres años, y las utilidades se desplomaron en 28,5% desde abril de 2019, para fijarse en G. 743.203 millones. La cartera de créditos refinanciados, reestructurados y renovados cerró el primer cuatrimestre del año en G. 14,4 billones, monto superior en 4,3% a los G. 13,8 billones registrados en mismo periodo del 2019.
La reducción de los desembolsos reportada por el BCP, en el cálculo mensual, contradice también el anuncio que había realizado la Asociación de Bancos del Paraguay (Asobán) sobre los préstamos que informaron haber aprobado, en respuesta al reclamo principalmente del sector de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes).
A través de un comunicado, el gremio había recalcado que unos 30.445 clientes fueron beneficiados con nuevos créditos por USD 802,6 millones, en el marco del Covid-19, hasta el 30 de abril de 2020. Sostuvo, además, que unos 481.957 clientes obtuvieron renovaciones, reestructuraciones y refinanciaciones de créditos por un valor de USD 635 millones.
Al ser consultado sobre las causas del bajón de créditos, el economista César Barreto –también directivo del banco Familiar– mencionó la posibilidad de que las cobranzas hayan sido superiores a los desembolsos, situación que se relaciona especialmente con el sector agropecuario, cuyas deudas zafrales vencen entre marzo y abril de cada año, en una gran proporción.
Agregó que si bien la demanda de recursos por parte del público mejoró en mayo, sigue en niveles bajos. “Proyectamos que, en el mejor de los casos, la cartera de créditos estará estable al cierre de este año. La percepción de riesgo también bajó, en general, pero (en) algunos sectores que aún no pueden operar aún permanece alta”, aseveró.
Registros del BCP contradicen el anuncio de desembolso de recursos lanzado por la Asobán. También se observa un aumento de la morosidad y una fuerte reducción de utilidades.