Alfredo Martínez
Los cerebros de Paraguay tienen que estar en el país y ayudar a mejorar; si todos se van, ¿qué pasaría?, se preguntan Raquel Elizabeth Gómez y Cecilia Raquel Giménez, dos becarias paraguayas en Corea del Sur, al igual que Sheila Ugarte y Gabriela Torrents, quienes relataron a Última Hora la experiencia de estudiar en dicho país.
Las 4 estudiantes han decidido encaminar su futuro aprovechando las oportunidades de estudio que les ofrece Corea del Sur, país con el cual este año el Paraguay celebra 60 años de relaciones diplomáticas. Raquel, quien está realizando una maestría en Epidemiología e Informática en Medicina, lamenta que en Paraguay las personas tengan un pensamiento dañino creyendo que un paraguayo no puede progresar afuera, porque no es inteligente, y que solo personas muy especiales pueden hacerlo. “Es triste porque uno está matando el sueño de una persona cuando la realidad es que no tiene oportunidades”, explica. Por su parte, Sheila, estudiante de grado del idioma coreano, una vez finalizados sus estudios, quiere volver y ser un puente para los estudiantes para mostrarles las opciones que tienen. “En Paraguay es muy difícil; si no tenés apoyo del Estado, tenés que trabajar y estudiar”, afirma. Una vez finalizados sus estudios, los becarios tienen que resolver si se reinsertan en el país. “Yo quisiera poder trabajar y aplicar en Paraguay lo que estoy aprendiendo aquí, pero si regreso tengo que volver a ganarme mi espacio”, apunta Raquel. “Muchas veces lo que aprendemos en el extranjero no podemos usar en nuestro país porque no hay máquinas, no hay materiales y se debe empezar de 0, lo cual no es fácil”, comenta Cecilia, estudiante de Ingeniería Genética. Raquel, Cecilia, Sheila y Gabriela coinciden en que uno de los puntos duros de acostumbrarse a la vida en Corea es la exigencia permanente por superarse, por dar más. “Uno no puede relajarse, siempre te presionan y te exigen que vayas al siguiente nivel, no puedes parar. No hay un límite”, explica Cecilia. En Corea existe una expresión que marca el ritmo de la vida: “Pali pali”, en español “rápido, rápido”, se escucha en todas partes. Es la muestra de la obligación de no detenerse nunca y eso pasa en todos los ámbitos. “Tu jefe puede darte un trabajo el lunes pidiéndote que lo termines para el viernes, pero el martes ya preguntan si está terminado”, coinciden las becarias. Otro de los puntos difíciles que deben superar es el cambio cultural en las relaciones humanas. “Sentía el vacío de estar lejos de la casa, la mía era una familia muy grande, no sabía que iba a ser difícil comer sola, algo muy común acá. El concepto de amigo es difícil, los ves en el trabajo, en la universidad y nada más, en Paraguay son como parte de la familia”, explica Cecilia. “No importa qué bien hables el coreano, nunca serás parte de ellos, es algo que he visto dentro de mi maestría. Uno nunca puede llegar a ser amigo de ellos, manejamos conceptos muy diferentes sobre eso. Con ellos sentís el muro, son amables y educados, pero hasta allí nomás. Entonces, uno siente esa soledad”, agrega Cecilia. En contrapartida, las estudiantes señalan como un aspecto positivo la seguridad que existe, uno puede ir con tranquilidad a cualquier parte en Corea, situación que choca con la inseguridad que se vive en Paraguay. También valoran las facilidades tecnológicas que permiten una buena calidad de vida. Los cambios también se sienten en el organismo, dice Gabriela, quien se prepara para Relaciones Internacionales, porque uno debe acostumbrarse también a la nueva alimentación, al agua y al aire que se respira. Coinciden en que para poder sobrellevar los momentos duros, es importante el apoyo de la comunidad latina de becarios. “Son nuestra familia, tenemos las mismas tradiciones y religión. Algo fuerte es la fiesta del Chuseok, donde por tres días se cierran todos los comercios y los estudiantes de las universidades vuelven junto a su familia. “Compré víveres porque esos tres días se cierra todo, yo no tenía adónde ir, volví al dormitorio y me sentía muy sola”, agrega Raquel. Dentro de todo, los estudiantes también se reúnen para celebrar las fiestas tradicionales, como la Navidad que los coreanos la celebran de manera diferente, pero las becarias se las ingenian para pasarla lo mejor parecido al Paraguay, con las comidas tradicionales de nuestro país. “Se puede conseguir harina de maíz, uno se ingenia, hacemos mbeju, lo que más extraño es el cocido”, comenta Cecilia.