Jesús, “como siempre, está en medio de la gente, mucha gente”. Para acercar el enfermo a Él, los amigos se atrevieron a todo, no pensaron en los riesgos que conlleva “descolgar la camilla por el techo”; “pensaban solo en acercarse a Jesús. Tenían fe”.
Se trata de la “misma fe de la señora que también, en medio de la multitud, cuando Jesús fue a la casa de Jairo, se las arregló para tocar los vestidos de Jesús, su manto, para ser sanada”. La misma fe del “centurión que dijo: ‘No, no, maestro, no te molestes: solo una palabra tuya, y mi criado quedará sano’”. Una fe “fuerte, valiente, que va hacia adelante”, con el “corazón abierto”.
Sin embargo, “Jesús va un paso más allá”. Recordemos otro episodio del evangelio, en el que Jesús “en Nazaret, al comienzo de su ministerio, fue a la sinagoga y dijo que había sido enviado para liberar a los oprimidos, los presos, dar vista a los ciegos... a inaugurar un año de gracia, un año —se puede entender— de perdón, de acercarse al Señor”; es decir, indicaba un nuevo camino, “un camino hacia Dios”.
Lo mismo sucede con el paralítico, al que no se limita a decir: “Quedas sanado”, sino «tus pecados te son perdonados”.
Con esta novedad, Jesús provocó las reacciones de “los que tenían sus corazones cerrados… Y no solo los escribas eran quienes decían: “¡Esto es blasfemia! Solo Dios puede perdonar los pecados”.
Algunos discípulos, de hecho, “dudaron y se marcharon” cuando Jesús se presentó “con una misión más grande que la de un hombre, para dar el perdón, para dar la vida, para recrear la humanidad”. Tanto que el mismo Jesús “tuvo que preguntar a su círculo más cercano: “¿También vosotros queréis marcharos?”.
Preguntémonos: “¿Cómo es mi fe en Jesucristo? ¿Creo que Jesucristo es Dios, el Hijo de Dios? ¿Esta fe me cambia la vida? ¿Mi fe en Jesucristo me lleva a la humillación? No digo a la humildad: a la humillación, al arrepentimiento, a la oración que pide: ‘Perdóname, Señor’”, y que es capaz de dar testimonio: “Tú eres Dios. Tú ‘puedes’ perdonar mis pecados”.
(Frases extractadas de la homilía en Santa Marta, 15 de enero de 2016. Vatican News).