25 abr. 2024

Lástima

Reclamos. Los médicos llegaron hasta el Ministerio de Salud e instalaron en el lugar la carpa de la resistencia mientras dure la huelga.

Reclamos. Los médicos llegaron hasta el Ministerio de Salud e instalaron en el lugar la carpa de la resistencia mientras dure la huelga.

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Es lo que damos cuando vemos crecer ante nuestros ojos los privilegios de un sector público voraz, incompetente y corrupto. Son nuestros mandatarios o sea a los que nosotros mandamos, pero sin embargo se comportan del revés frente a nosotros. Mientras el sistema de salud colapsó durante la pandemia, el privilegiado sector de funcionarios siguió cobrando como si trabajara y exhibiendo impúdicamente ante nosotros sus mandantes, los privilegios de los que están rodeados.

Cada semana vemos una resolución que contrata un seguro médico privado mientras el público carece de insumos básicos y su personal ha hecho de la huelga la forma más activa de representación. Con más de USD 100 millones gastados anualmente en seguros privados podríamos construir un hospital de 400 camas por año dando un servicio de calidad y dejando de consolidar un sector privado que sufre además del colapso y baja calidad por su alta demanda.

El sector público de más de 350.000 funcionarios debe crear su propio sistema de salud o ser parte de una reforma profunda del servicio que permita que cada paraguayo por la simple condición de serlo tenga una atención a la altura de su dignidad humana.

Cuando uno viaja al exterior y escucha las historias de compatriotas atendidos en su salud por enfermedades complejas sin haber gastado un euro, es evidente, que esos relatos están llenos de orgullo por pertenecer a países donde el pago de sus impuestos se revierten a favor de cada uno de ellos. La historia del hijo de Aníbal y Alba en España o el relato de Isidro y su compleja dolencia tratada en Francia, nos cuentan cómo estos países resolvieron hace rato un tema central de la organización de un país mientras nosotros gastamos recursos que solo consiguen llenar de privilegios para unos pocos y de miseria o abandono para todos.

Damos lástima de verdad. Hemos pasado más de 30 años en democracia y no pudimos aún desmontar el sistema heredado por una dictadura incapaz de organizar un mínimo modelo de salud que sirva para la gente. La construcción del Hospital Nacional de Itauguá con un crédito francés gestionado por “el inmortal” Jacques Soustelle, quien se ufanaba de explicar la corrupción de Stroessner y sus corifeos, es solo la muestra que emerge cada vez que alguien deba mendigar algo de salud para uno mismo o para los suyos. Damos lástima de verdad. El IPS con más de USD 2 millones de ingresos diarios carece de aspirinas y turno para sus asegurados que deben acampar en las afueras como refugiados para dotar a sus familiares de los insumos básicos para sobrevivir.

Mientras esto siga de esta manera no podemos llamarnos nación. Cuando tenemos recursos no los usamos correctamente y cuando podemos organizar un sistema de salud pública para todos, nuestros dirigentes están dominados por la codicia o la incapacidad.

Los médicos sufren también sus consecuencias. Los favorecidos por la lucha contra Stroessner hoy son legisladores privilegiados como los médicos Filizzola, Desirée Masi o Esperanza Martínez quien llegó incluso a ser ministra. Los Francos fueron presidente y vice. Ellos fueron recompensados grandemente mientras observan ahora a sus colegas ser sacados a patadas de los sitios de manifestaciones a favor de reclamos salariales sin apoyo popular. Estamos llenos de médicos-políticos en un país enfermo y en terapia.

Da lástima el despilfarro, la codicia, la incompetencia y la incapacidad de organizar algo tan simple como un sistema de salud que refleje la importancia que damos a la persona en su dignidad más profunda y cierta.

Estamos profundamente heridos de corrupción que pareciera que lo único que importa es sobrevivir a costa del otro mientras vemos morir de cerca a los nuestros. Damos lástima como país y esto debe cambiar.

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