24 jun. 2025

Las lecciones que nos deja Nelson Mandela

Entre los muchos logros de Nelson Mandela, el gran líder sudafricano que murió para vivir por siempre en la Historia, quizás el más esencial fue mostrarnos que el verdadero rostro de la política no es el que a diario nos exhiben nuestros patéticos parlamentarios y caudillos locales, sino el que recupera su concepción aristotélica, el de la búsqueda del bien común.

Víctima de uno de los peores sistemas de opresión e injusticia, Mandela abrazó la violencia revolucionaria como forma de lucha, estuvo 27 años en prisión y, sin embargo, salió de la cárcel con el alma limpia y sin rencores, capaz no solo de perdonar a sus enemigos, sino de convocarlos desde una práctica coherente de ética personal a una reconciliación constructiva, en un proyecto unificador de Nación.

Leo que muchos referentes de nuestra izquierda local se sorprenden de por qué tanta gente admira a Mandela, cuando fue un guerrillero que profesó el ideario comunista y socialista, y se extrañan de que esa misma gente sea tan crítica con la izquierda paraguaya, o poco solidaria con las luchas de los sectores populares locales.

Pero... ¿no será que la gente admira a Mandela, más allá de su ideología, justamente por su capacidad de haber rotos los dogmas, trascender del gueto y del mesianismo, ganarse a la gente con su coherencia y su nobleza de corazón, a toda prueba?

¿Cuántos líderes y referentes locales serían capaces de hacer lo que hizo: ofrecer perdón y reconciliación a quienes lo reprimieron o pensaron distinto, siempre que esa reconciliación sea sobre bases de un cambio de pensamiento y de actitud?

¿Cuántos están dispuestos a ir más allá del heroico activismo, para trabajar con los demás en propuestas de construcción de sociedad, que no sean excluyentes de quienes tienen una visión diferente de país, sino que los puedan sumar en el consenso sobre metas reales y posibles...?

Sí, Mandela fue guerrillero, comunista, amigo y colega de Fidel Castro, y todo lo demás... pero pudo romper paradigmas, y unir a negros y blancos y diversos en la utopía colectiva de forjar una Nación sin apartheid ni exclusiones.

La derecha cavernícola paraguaya también tiene mucho que aprender de Mandela. La élite blanca de los afrikáneres, que durante tanto tiempo sojuzgó al África Negra, pudo vislumbrar gracias a la lucha y a la prédica de este gran hombre que no se puede perpetuar ninguna sociedad, manteniendo a una mayoría en la esclavitud, la pobreza y la exclusión. Tarde o temprano esa situación acaba estallándoles en la cara.

Aquí hay también muchos mitos por romper, rótulos esquemáticos de “zurditos”, “campesinos haraganes”, “lideres oportunistas”, que parecen sacados de un filme yanqui de la Guerra Fría de los años 50. El mundo ha evolucionado. Falta que aquí evolucionemos con él.