Es fundamental comprender que las emociones son parte natural de nuestra existencia humana, sin ellas todo sería lineal y sin sentido. Entonces, basados en la idea de que son necesarias para un desarrollo adecuado de la experiencia, no podemos clasificarlas como “buenas o malas”, más bien, sería productivo y nos ayudaría a amigarnos con ellas, estableciendo que existen emociones que son agradables, es decir, las placenteras, como la alegría, la gratitud, entre otras y las que son desagradables, las displacenteras, como el enojo, la tristeza y otras.
Las emociones pueden afectar positiva y negativamente en la dinámica familiar, acompañando con ejemplos de la vida cotidiana:
Influencia positiva
• Amor y afecto. El amor y la ternura son fundamentales en la dinámica familiar. Estas emociones crean un ambiente cálido y afectuoso que fortalece los lazos familiares.
• Alegría. La alegría y la felicidad generan momentos de diversión y risas en la familia. Estas emociones ayudan a crear recuerdos positivos y fortalecen la conexión entre padres e hijos.
• Empatía. La empatía es esencial para comprender las emociones y necesidades de los demás. Cuando los padres muestran empatía hacia sus hijos, pueden brindar apoyo emocional en momentos difíciles. Muestre comprensión y apoyo cuando un hijo está triste por un problema.
Influencia Negativa
• Estrés y frustración. El estrés y la frustración pueden llevar a respuestas emocionales negativas, como la impaciencia o el enojo. Esto puede crear un ambiente tenso y afectar la comunicación. Por ejemplo, cuando los padres están estresados por el trabajo, pueden ser menos pacientes con sus hijos.
• Tristeza y depresión. La tristeza o la depresión de uno o ambos padres pueden afectar negativamente la dinámica familiar. Esto puede llevar a una disminución en la interacción y la calidad del tiempo en familia.
• Ira y hostilidad. La expresión de la ira y la hostilidad puede dañar las relaciones familiares. Los constantes conflictos y la comunicación agresiva pueden crear un entorno inseguro para los niños.
Es normal experimentar infinitas emociones en la crianza, pero es importante aprender a gestionarlas de manera efectiva. La comunicación abierta y respetuosa entre los padres es clave para abordar el estrés y resolver conflictos. Buscar apoyo emocional a través de amigos, familiares o un terapeuta puede ayudarte como madre o padre a lidiar con tus emociones, especialmente las displacenteras y que generan malestar. Practicar la autorregulación emocional a través de técnicas puede ayudar a manejar el estrés.