19 sept. 2025

Laberintos

Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

Somos raros los paraguayos en muchas cosas y eso desconcierta a los extranjeros y a veces... a nosotros mismos. Este es el único país que tiene un presidente del Congreso que es un ex obispo, distinción a la que renunció para ser candidato a un cargo público.

Duarte Frutos lo subestimó y en vez de echar mano a los mecanismos de impugnación, lo dejó correr y ganó a su candidata. El ex presidente desconcertado fue descubierto semanas después en una supuesta conspiración para derrocar al que renunció a sus privilegios de clérigo para ser presidente de la República.

Ambos quisieron cambiar la Constitución para ser reelectos por la vía inapropiada de la enmienda y fracasaron. Hace seis años la matanza de Curuguaty acabó con Lugo y su presidencia vía juicio político. Reapareció como senador con voz y voto sin haber pronunciado un solo discurso ni presentado una sola propuesta en cinco años. Se asoció con Cartes para cambiar la Constitución el año pasado y una vez más... ambos fracasaron. El primero lo ungió presidente del Congreso creyendo hacerlo parte de su propuesta de alcanzar la senaduría por lo menos y, aparentemente, va camino al fracaso.

Este laberinto en el que participan todos los que pueden colaborar en su complejidad, sin embargo, tiene un altísimo costo en términos de democracia. Emerge un sistema débil y fácilmente manipulable que facilita su notable desgaste. Estoy seguro de que si se pudiera votar hoy en un referéndum por esta clase de democracia u otro gobierno de tinte autoritario, temo mucho que ganará este último. El descrédito viene de los mismos demócratas, que socavan con su angurria, codicia, corrupción y manipulación toda la frágil estructura que la sostiene. Para muchos de estos protagonistas es un juego divertido y pérfido que tiene claramente connotaciones crematísticas egoístas muy evidentes. La jubilación privilegiada es solo un ejemplo.

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La construcción de un destino cierto es solo percibido desde el egoísmo de una clase dirigente incapaz de emerger por sobre la chatura y mediocridad del debate primero y del desprecio al valor de las instituciones posteriormente. Este debe ser el único país donde el presidente rechaza el vitaliciado como distinción y a la propia presidencia a la que renuncia para consolarse con un cargo inferior en jerarquía e inconstitucionalidad en su ejercicio. Lamentablemente, estamos sumergidos en un laberinto democrático que puede acabar en un duro castigo al sistema en su conjunto y a sus promotores en particular. Estamos jugando con la paciencia de la gente y todo en la vida tiene límites.

Salir de este laberinto puede implicar una toma de conciencia del valor de este sistema político y de lo que propone en términos de libertad y dignidad ciudadanas de parte de sus actores o el llamado angustioso a corregirla desde una propuesta autoritaria. Los venezolanos lo saben muy bien y hoy su presidencia anuncia la triplicación del salario mínimo que con eso alcanza: 5.600 guaraníes mensuales. Sí, leyó bien, un dólar por mes. Ahí los partidos tradicionales se repartieron el poder y jugaron con las ambiciones populares por casi 40 años para hacer la cama a Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Ellos se creían más ricos y educados que nosotros y hoy tienen que vivir en consecuencia en un Estado fallido.

Salgamos de este laberinto antes de que nos moderen desde afuera. Ni Cartes ni Nicanor como senadores con voz y voto, solo vitalicios como marca la Constitución. El Gobierno que ingresa debe juzgar a los ministros del Tribunal Electoral y de Justicia que permitieron que llegáramos hasta este nivel de confusión y de frustración. Será justicia.