13 jun. 2025

La traición de Bulgaria a Europa

Por Krassimir Kanev (*)
Cuando Bulgaria se adhirió a la Unión Europea en enero pasado, creí que mi país por fin había dejado atrás su pasado represivo. Pero la reciente detención y amenaza de deportación de Annadurdy Hadjiev, un disidente de Turkmenistán que pidió asilo en este país, sugiere que algunas cosas nunca cambian.
Si Bulgaria envía a este hombre de regreso a Turkmenistán –en donde con seguridad le esperan la tortura y la amenaza de una muerte brutal– nuestra afirmación de que somos parte de la Europa democrática, respetuosa de las leyes, sonará falsa. Además, la imagen de la UE como defensora de los derechos humanos en todo el mundo se empañará por su incapacidad para hacer que los Estados miembros se apeguen a sus propias normas.
El caso evoca el recuerdo de los días en que la influencia de la KGB era dominante y los disidentes por toda la Europa Oriental y los territorios soviéticos como Turkmenistán vivían con temor. Hadjiev y su familia huyeron a Europa en 2001, para escapar de uno de los regímenes más represivos del mundo: la dictadura absolutista del ya fallecido Saparmurat Niyazov, quien se decía “Turkmenbashi”, el padre de todos los turcomanos.
Hadjiev, alto miembro del Partido Watan (Republicano) en el exilio, ex vicepresidente del Banco Central de Turkmenistán y después crítico abierto del gobierno de Turkmenbashi, recibió un “permiso condicional humanitario” –categoría que da protección a los individuos pero que no alcanza el estatus de refugiado– cuando llegó a Bulgaria. Sin embargo, desde entonces ha sido objeto de represalias arbitrarias y violentas en este supuesto “refugio seguro”. Y, aunque Turkmenbashi murió en diciembre, su sucesor, Gurbanguly Berdymukhammedov, ha continuado encarcelando disidentes, sofocando la libertad de expresión y mofándose de la democracia, como lo demostraron las elecciones manipuladas de febrero.
El acoso de Bulgaria se suma a la angustia e injusticia que han caído sobre Hadjiev y su familia. El verano pasado, su hermano y hermana fueron arrestados después de colaborar en un documental sobre Turkmenistán y se les enjuicio por el cargo falso de posesión de armas. Después de un juicio superficial fueron sentenciados a siete y seis años de cárcel respectivamente.
La hermana de Hadjiev, la periodista Ogulsapar Muradova, murió semanas después en la cárcel, en circunstancias sospechosas. Sus hijos adultos, que vieron el cadáver, dijeron a sus familiares que había rastros de tortura y que había sufrido una herida grave en la cabeza (la autopsia bajo control del Estado sugiere que se suicidó). Los otros dos hermanos de Hadjiev, así como su cuñado y cuñada, han estado en el notorio gulag de Turkmenistán desde 2002 cuando fueron sentenciados a una larga condena. En 2003, agentes de la Policía golpearon a su anciano suegro y lo forzaron al exilio interno.
El 19 de febrero, la Policía búlgara arrestó a Hadjiev con la intención de enviarlo de regreso a enfrentarse a una suerte similar. No es la primera vez que ha sido arrestado en Bulgaria. Cuando llegó por primera vez, él y su esposa fueron detenidos arbitrariamente durante varios días y su hija de trece años quedó sin la supervisión de sus padres y sin contacto con ellos. En 2002, la Policía arrestó de nuevo a Hadjiev en respuesta a una solicitud de extradición turcomana. Después que el tribunal de la ciudad de Varna rechazara la petición de extradición porque los cargos tenían motivaciones políticas, las autoridades búlgaras amenazaron con deportarlo.
En 2005, un mecanismo tipo bomba incineró el automóvil de los Hadjiev, lo que ellos interpretaron como una advertencia para que dejaran de desafiar a las autoridades búlgaras –y tal vez a las turcomanas. Las autoridades que arrestaron a Hadjiev el mes pasado ni siquiera fingieron un procedimiento legal: no le mostraron una orden de arresto, y en repetidas ocasiones le han negado el contacto con sus familiares y el acceso a un asesor jurídico. Además, el tribunal no ha explicado por qué permite que sea enjuiciado por el mismo cargo de malversación del que fue absuelto en 2003.
Afortunadamente, Hadjiev es un luchador. Desde el inicio de sus tribulaciones en Bulgaria ha combatido al sistema enfrentándose a las oficinas gubernamentales encargadas de su persecución. En efecto, ha interpuesto una demanda en contra del procurador mismo en cuyas manos está actualmente su extradición –una acción que podría poner en riesgo su derecho a un proceso justo.
Mi gobierno ha prometido estar dispuesto a cumplir las reglas jurídicas que son el centro de la membresía de la UE. Al liberar a Annadurdy Hadjiev y abandonar la amenaza de extraditarlo a Turkmenistán, Bulgaria demostraría inequívocamente su compromiso de cumplir sus obligaciones. Al otorgarle el asilo político, podemos declarar en voz alta que los regímenes autoritarios ya no tienen apoyo al interior de las fronteras de Europa.

(*) Krassimir Kanev es director del Comité Helsinki de Bulgaria.
Copyright: Project Syndicate, 2007.
www.project-syndicate.org
Traducción de Kena Nequiz