Mire que hay gente testaruda en este país. Sí, gente que parece esforzarse en cumplir fielmente con la definición dada por el diccionario, en cualquiera de sus acepciones, a aquella palabra.
¿Que usted no lo recuerda?; pues le refresco la memoria: Tozudo: obcecado, obstinado, contumaz. Obcecado: “Que se obstina ciegamente en una idea o propósito"; obstinado: Que mantiene fijas sus ideas, aun no siendo convenientes”, contumaz: “Que se obstina en mantener un error...”
¿Ahora vio la semejanza? Tercos, obcecados y empecinados estos luguistas -no todos, por suerte hay excepciones, debo reconocerlo. En estos 19 años de vigencia de la Constitución Nacional ningún presidente se había atrevido a tanto (asegurar que la reelección puede obtenerse vía enmienda constitucional e intentar llevarlo adelante pese a quien pese).
Es verdad, todos pero absolutamente todos los expresidentes posdictadura, a su turno, amagaron con lograr modificar la Constitución Nacional para pergeñar su reelección, pero precisamente, el artículo 290 de la Carta Magna fue el muro de contención para tales ambiciones. Pero hete aquí que al actual mandatario -y a sus seguidores, los tercos, digo- la Constitución parece importarles muy poco... si no, cómo se explica que a fuerza de presión y firmatas pretendan modificar la Carta Magna e imponer la reelección a través de una simple enmienda.
Por si aún existan dudas al respecto, le recuerdo lo que dice la Constitución vigente sobre el tema: “No se utilizará el procedimiento indicado de la enmienda, sino el de la reforma, para aquellas disposiciones que afecten el modo de elección, la composición, la duración de los mandatos o las atribuciones de cualquiera de los poderes del Estado...”
Este terco presidente y sus porfiados seguidores podrán tener muchas y hasta atendibles razones para querer seguir por otros cinco años más en el poder, pero ello no justifica tener que romper con la endeble institucionalidad del país.
Les sugiero que busquen un buen candidato o candidata, cumplan con las promesas electorales (las que hicieron para hacerse con el poder). De seguro tendrán continuidad en el gobierno, ellos y sus proyectos, su principal argumento es ese, ¿no?, dar seguimiento a sus supuestas buenas políticas de gobierno. Después de todo, como lo dijera monseñor Medina: “No es posible que un solo candidato, como fue Stroessner, sea el único líder, con el eslogan ‘nde jevýtamante, mi general’”.