En teoría nadie que tenga sentido común haría esto, sin embargo, ocurre. Queremos combinar lo incombinable. Queremos fusionar nuevos procesos con mentalidades antiguas. Lo peor de todo es que al remendar tenemos la falsa sensación de que nos hemos actualizado y que vamos hacia delante, cuando en realidad solo estamos dando vueltas en círculo. Son remaches, parches, coceduras y soluciones netamente reactivas.
Una crisis como la actual expone nuestros harapos y nos da claridad con respecto a la decisión por tomar: ¡Tenemos que cambiar de ropa! Si se vienen procesos nuevos hay que cultivar una mentalidad nueva como recipiente, para poder albergarlos y protegerlos.
Que implementemos una plataforma digital del siglo XXI con creencias y costumbres del siglo XX vamos a arruinar procesos. De alguna manera el Ministerio de Educación y Ciencia está haciendo traumática la experiencia de los docentes con la tecnología, ya que al no darse un proceso de introducción y adaptación sino de imposición rápida para el uso de la misma, los docentes no ven la hora de que la pandemia termine para poder regresar a las aulas para dar clases presenciales. Y de esta manera no solo seguiremos parchando todo, sino que habrá desmotivación para cambiarnos de prenda por una mejor.
Pero no miremos sólo al Estado. ¿Y nosotros? Solo un ejemplo en el ámbito de salud: Mientras sigamos poniendo la mirada en reaccionar ante las enfermedades y no en prevenirlas seguiremos guiados por el susto y las crisis. “Cuidado con las enfermedades de base, porque te ponen en el grupo de riesgo de Covid-19”, nos advierte el Ministerio de Salud. Pero nosotros seguimos con estilos de vida que incluyen factores de riesgo para estas enfermedades: Comemos mal, tomamos alcohol de forma nociva, dormimos poco, fumamos y casi no hacemos actividad física. Es la ironía de querer gozar de una buena salud manteniendo una mentalidad mediocre. Es incompatible.
Lo mismo ocurrió con la Avenida Estados Unidos y calles aledañas al Club Cerro Porteño: Como preparación para ser anfitriones de la final de la Copa Sudamericana se mandó arreglar todo. Si les cuento cómo luce ahora la avenida y cómo estacionan los autos en la raya amarilla. Lo que se hizo, nuevamente, fue agarrar un pedazo de tela nueva para remendar una prenda vieja. Tuvimos la infraestructura y los arreglos, pero permaneció la misma mentalidad de “mientras me vean, cumplo. Si no, degenero”.
Usemos esta pandemia para que nos haga conscientes de nuestra ropa vieja: Tanto en nuestro país, nuestros ministerios, nuestros hogares y hasta en nuestras empresas. Y luchemos contra esa tendencia de remendar, que tanto daño nos hace al final.