El fallecimiento de un deportista paraguayo récord, el primero que entró en el Libro Guinness, ha quedado en el olvido para las autoridades deportivas y gubernamentales. La partida de Lorenzo Prieto, el viernes pasado, un paraguayo que marcó un récord por su mayor permanencia en bicicleta, no tuvo relieve para las mismas.
Su conquista nos llena de orgullo como amantes del deporte en general. ¿No se merecía cómo mínimo alguna corona de la Secretaría Nacional de Deportes (SND), de la Federación Paraguaya de Ciclismo y de alguna otra entidad gubernamental para un reconocimiento a este héroe civil? No creo que el ciclismo nacional tenga otro nombre más ilustre que el de Lorenzo. Salvo dos políticos que asistieron al velorio, ningún otro apareció para acompañar o dar la última despedida a un hombre que en su época, supo llevar en alto el nombre de nuestro país mundialmente, mucho más que cualquier político al que se le llena de coronas en su funeral, por más de que haya robado descaradamente al país. Tenemos el karma que nos impide valorar a nuestras figuras. El Rey del Pedal se merecía otra despedida.