Todo el que estudia sabe que ni Hitler ni Stalin eran nacionalistas, sino déspotas que jamás respetaron el sentir de sus pueblos, ni movieron un dedo en favor de la cohesión social basada en principios, ni se inmutaron ante el sufrimiento de grandes masas de sus propios conciudadanos a quienes les robaron identidad, libertad y dignidad.
Esta resolución es un paso al frente que deja de lado uno de los errores más graves del multiculturalismo que estuvo tan de moda y que hoy no se sostiene por falta de realismo. Lastimosamente, tuvieron que esperar décadas y generaciones enteras sometidas al adormecimiento intelectual en nombre de una falsa tolerancia que sacrificó la verdad y la justicia en nombre de una paz más parecida al tedio y al sopor que a la armonía y el equilibrio, creando así el efecto contrario en muchos jóvenes sedientos de identidad y pertenencia, víctimas de los engaños de extremistas que les prometen hoy devolverles un sentido en ideologías de odio como los neocomunistas, los neonazis, las feminazis y los islamistas radicales; muchos de ellos van engañados en busca de lo que su educación light y progre les negó, un sentido de identidad y de pertenencia que debería haberse basado en los valores comunes, en el conocimiento de su historia y en su arraigo cultural.
Es necesario tomar nota y tener coraje para reconocer lo que la historia nos enseña, no desde interpretaciones ideológicas, sino desde sus luces y sombras reales. Es necesario condenar una vez más los crímenes de los regímenes totalitarios nacistas y comunistas, poner en evidencia sus métodos, sus símbolos, su sicología de control de masas, su “máquina de matar” (como promovía el Che Guevara, por ejemplo) porque el establishment de universidades y varios centros de poder los han reivindicado, solo ver el marxismo cultural tan campante. Pero, atención, hay una juventud inquieta que florece a pesar de algunos malos maestros, de textos empobrecidos y de clichés ideologizados que clama por honrar la verdad y la libertad, la soberanía cultural y la democracia basada en valores nacionales fuertes. Para ellos hay esperanza.