Por Fátima Schulz Vallejos / Fotos: Javier Valdez.
Durante 10 años se desempeñó en el área de Marketing en empresas y agencias de publicidad, trabajando, desarrollando y acompañando a las marcas. Hasta que —gracias a su novio, que trabaja con una distribuidora— las flores fueron llegando a su vida. “Cuando le sobraba una caja, me traía. Después me fue regalando un jarrón y poco a poco fui teniendo contacto con ellas. No puedo decir que soy una fanática de las flores desde chica o que siempre soñé con tener una florería, fue más bien un descubrimiento y un enamoramiento”, recuerda Cecilia Canillas (33).Ella asegura que este proyecto le llegó en el momento justo, cuando buscaba independizarse y crear algo propio que la apasionara. Así, tres días antes del 14 de febrero de 2014 se le ocurrió publicar en redes sociales algunos ramos con los que había experimentado y sus primeros pedidos llegaron. “Me acuerdo que fueron los primeros ocho ramos que entregué. Estaban envueltos en papel madera y tenían gipsófilas, claveles, rosas rojas, amarillas, rosadas y lirios matizados de rosado. Hoy no estoy muy orgullosa del resultado a nivel estilo, pero era lo que tenía en ese momento”, rememora risueña.
De aquel día recuerda que estuvo cargado de emoción, desde la preparación de los arreglos hasta la entrega. Para ella fue una novedad trabajar con las flores, ya que encontrarse con las espinas le terminó lastimando y cortando la mano, porque no entendía cómo tratar a sus nuevas amigas, “pero con paciencia y tutoriales de YouTube llegamos al primer ramo. Con cada uno que preparaba iba aprendiendo a conocerlas, a saber qué flores duran más en qué ambientes, cómo cuidarlas y mejorar mi técnica a la hora de armarlas. Siempre digo que hacer un ramo es como vestir a un bebé, porque las flores son superdelicadas, y podés arruinarlas o ellas pueden lastimarte la mano. No son para trabajarlas de manera apurada”, sostiene.
Así, durante un año siguió tomando esta actividad como un pasatiempo, haciéndola a la par con su trabajo en la agencia. Al año siguiente decidió dar el gran salto: renunció a su trabajo y abrió su primera tienda, también un Día de los Enamorados. Así que, sin duda, esa fecha está marcada de forma muy especial en su calendario.
Fuente de inspiración
En poco tiempo, Cecilia logró posicionar su marca y consiguió que sus maravillosas creaciones con flores nacionales, ecuatorianas, brasileñas y argentinas engalanen revistas, eventos y producciones de moda. Cuidando hasta el detalle más ínfimo, sus ornamentaciones marcan tendencia allá donde vaya. La paleta de colores características de La Floresta es la gama de rosados, fucsias, lilas y púrpuras; y entrar al salón es como ingresar a un paraíso. Cada rincón de ese lugar está engalanado con algún detalle florístico.La inspiración, explica, la encuentra en todos lados: desde lo que mira en la calle y en la naturaleza, hasta lo que ve en internet y en la moda. “Creo que ese toque distintivo de la tienda se lo debo en parte a mi desconocimiento e ignorancia del rubro, ya que eso hizo que empezara a probar distintas combinaciones de flores y colores. Comencé guiándome por mis propios gustos”, dice la florista.
Ella comenta que, muchas veces, algún detalle puede llegar a ser más importante que la flor. Por eso, siempre que tiene oportunidad, intenta indagar en la historia del cliente para poder recomendar y sugerir propuestas ideales para cada ocasión.
Parte de las emociones
Si hay algo que caracteriza a este tipo de negocios son las historias de toda clase de amor, que parecen ser inagotables. Cecilia las recuerda con cariño y reconoce que muchas la dejaron muda. Rememora especialmente una muy emotiva: cuando un hijo envió flores a su mamá que se acababa de separar, haciéndola llorar de la emoción. O cuando un joven envió dos rosas, una carta y chocolates a su novia solo para alegrarle la mañana, y eso que el delivery le costó más que el obsequio en sí. O un pedido de matrimonio a través de un ramo con nada más y nada menos que 100 rosas de diferentes colores.
Para Cecilia, hacer este trabajo es un disfrute diario. Justamente por eso, la marca Johnnie Walker la escogió como referente y figura local para su campaña global Disfrutar el camino te llevará más lejos, que a nivel mundial tiene al actor Jude Law entre sus embajadores. “Cuando me propusieron ser parte de la campaña, acepté con un sí rotundo, porque la idea era mostrarme a mí disfrutando de lo que hago. Al decirme eso me compraron. Porque a pesar del esfuerzo y el sacrificio que implica, conjugar tu trabajo con lo que te gusta es algo que no tiene precio y hace que sea más interesante”, considera.
Precisamente la pasión con la cual se expresa cuando habla del entusiasmo que siente al trabajar con las flores es lo que la ha ayudado a alcanzar el éxito. “Lo más especial de este trabajo es el contacto con la gente y el poder vincularnos con sus emociones y sus historias. Ser parte de todo lo que podemos generar con las flores, ya sea en un momento cotidiano —por ejemplo, alegrándole el día a alguien— o decisivo, como cuando se va a agasajar a una persona o a pedirle la mano”, afirma.
Cuando esta joven habla, se nota que para ella las flores son mucho más que un elemento decorativo, porque cambian el ambiente dándole color y hacen que uno no se sienta tan solo. “Sí, definitivamente las flores también hacen compañía”, añade después de pensarlo unos minutos.
Es cierto que hoy en día casi todo está inventado, ya que con internet tenemos al alcance de un click cualquier información. Sin embargo, hay gente que está dispuesta a emprender propuestas originales y que se atreve a hacer cosas diferentes. A veces con las cosas más sencillas se puede crear un estilo particular, darle un toque personal y marcar la diferencia. Sobre todo viviendo en el palacio de las flores, donde hay flores de todos los colores.