04 ago. 2025

Juglares de Dios o bufones del poder

Después de las alegría que hemos tenido estos días: libertad a los presos inocentes de Curuguaty, la Plaza de Armas con estudiantes, dediqué uno de los programas de radio a la alegría y cómo conservarla y hacerla crecer.

Alguien, a quien no conozco, me dijeron que se había admirado que tocáramos ese tema. Como si la alegría fuera solamente de la derecha y los que estamos en la lucha de cada día por un Paraguay mejor tuviéramos que vivir con el ceño fruncido y el corazón seco. Y estar tristes, descontentos de todo.

Estoy en desacuerdo total con esa persona y entonces se me ocurrió escribir este artículo sobre el juglar y el bufón.

Recordemos la Edad Media, cuando los medios de comunicación y entretenimiento eran mínimos. Tiempos de juglares y de bufones.

Un juglar era una persona con dotes de cantar y hablar expresando lo que el pueblo pensaba y amaba y que lo atraía con su arte. El resultado era la alegría, las ganas de vivir. Con él se pasaban públicamente ratos entretenidos y provechosos. Hoy se hubieran llevado el premio a la simpatía. Era libre y valioso.

El bufón era otra cosa. Su arte, que lo tenía, estaba comprado por el rey o quien tenía el poder. No era libre porque estaba al servicio del poderoso. Y mucho se tenía que cuidar de no molestarlo con sus chistes si quería seguir viviendo. Era chabacano, sin mucho profundizar, por si acaso. Lo importante era hacer reír al rey y no al pueblo.

Todos aquellos que actualmente desean un cambio de verdad (ser humano, cristiano, revolucionario, comprometido, socialista y de izquierda) debemos ser como los juglares modernos. Nos debemos con alegría al pueblo y no a los poderosos.

Y todo esto lo digo para que lo sepan, nos ayuden y exijan, los que nos vean o escuchen por los medios.