(EFE).- El fallo de este premio, considerado el Nobel de literatura en lengua española y dotado con 125.000 euros (162.477 dólares), fue hecho público este jueves por el ministro español de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, y será entregado en una solemne ceremonia el próximo 23 de abril.
Aunque no figura en las bases del premio, se cumple de nuevo la regla “no escrita” de que el Cervantes se reparta cada año alternativamente entre Latinoamérica y España, después de que en la edición de 2011 el galardón fuera para el poeta chileno Nicanor Parra.
<h2>Caballero Bonald</h2>
Caballero Bonald lleva ya sesenta años entregado a la poesía y, en palabras de Pere Gimferrer, alumbró una obra “extrema en densidad, en rigor, en poderío sonoro”. Escribir poesía le ayuda a mantenerse joven.
“El permanecer en la brecha te rejuvenece. El que no se queda callado, el que iguala el pensamiento con la vida, tiene ya mucho ganado para rejuvenecer”, dijo cuando cumplió 80 años.
Afable e irónico, este escritor se toma la poesía como “una forma de defensa contra las ofensas de la vida”, y con ese espíritu ha publicado libros como “Las adivinaciones”, “Memorias de poco tiempo”, “Anteo”, “Las horas muertas” (Premio de la Crítica, 1959), “Pliegos de cordel” “Descrédito del héroe” (Premio de la Crítica, 1978), o los ya citados.
Miembro de la llamada Generación de los 50, junto con escritores como José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma, Ángel González y Francisco Brines, al nuevo Premio Cervantes no le gusta que se le encasille en ese grupo ni en ningún otro, porque “eso son muletillas que utilizan los historiadores para facilitar los manuales de literatura”.
Sí reconoce que a los integrantes de ese grupo les unía la lucha contra el franquismo y “una tendencia similar al estimable consumo de bebidas alcohólicas”.
Socarrón hasta la médula, Caballero Bonald suele decir que él no está “capacitado para escribir mal”, y es que no es solo un excelente poeta.
Como novelistapublicó títulos como “Dos días de septiembre” (Premio Biblioteca Breve, 1961), “Agata, ojo de gato” (Premio de la Crítica, 1975), “Toda la noche oyeron pasar los pájaros” (Premio Ateneo de Sevilla, 1981), “En la casa del padre” (Premio Plaza y Janés, 1988) y “Campo de Agramante”.