19 abr. 2024

Joel Filártiga y la incansable lucha por la justicia

“Tu padre no tuvo culpa alguna... ¡Fueron los dictadores, los tiranos de la época! Tu padre fue a la lucha... ¡Delante de los horrores!” ¡Joelito, tú eres inmortal!, de Tácito Loureiro (Fragmento)

Foto UH Edicion Impresa
Imágen del dolor. Joel Filártiga muestra la imagen del cuerpo torturado de Joelito después de que le fuera entregado inerte en la madrugada.

Jorge Contrera
Historiador
jorge.contrera@hotmail.com

LOS PRIMEROS AÑOS

Ybytymí, una pequeña ciudad del Departamento de Paraguarí situada a unos 110 kilómetros de Asunción, fue testigo aquel 15 de enero de 1934 del bautismo del hijo del matrimonio conformado por Juan Bautista Filártiga y Lidia Ferreira; el niño se llamaba Joel Holden y había nacido el 15 de agosto de 1932, día en que también asumía por segunda vez como presidente del Paraguay el Dr. Eusebio Ayala, ya iniciada la guerra contra Bolivia. Con el tiempo, Joel Filártiga se recibió de médico y abrió su clínica en la localidad de Ybycuí, en la que atendía a personas de escasos recursos, especialmente a campesinos e indígenas. De su matrimonio con Nidia Speratti nacieron varios hijos, entre ellos Joel Hugo, Joelito.

EL CASO JOELITO FILÁRTIGA

Las represiones por parte del régimen stronista fueron una constante durante los casi 35 años de dictadura, aunque tristemente la década de los 70 sería de una crueldad sin parangón. La familia Filártiga Speratti, al igual que centenares de familias paraguayas, se convertiría en una víctima directa de la oleada represiva de aquellos años.

Aquella mañana del martes 30 de marzo de 1976, Dolly, la hermana mayor de Joelito, fue despertada bien temprano. En el umbral de la puerta se hallaba Pastor Coronel, quien la “invitó” a acompañarlo hasta la casa del vecino de enfrente porque “algo” había ocurrido con su hermano. Aunque se negó a hacerlo por el temor, no tuvo otra opción que la de ser arrastrada prácticamente hasta un cuarto de la referida vivienda, donde encontró a su hermano, quien yacía sin vida sobre la cama. Exponen Alfredo Boccia y otros en el libro Es mi informe que, conforme la versión policial, Joelito fue asesinado por el esposo de su supuesta amante al sorprenderlo en su propia cama matrimonial. La llamativa variedad de lesiones que presentaba el cadáver y los ostensibles esfuerzos de la Policía por entorpecer el proceso judicial, por impedir las investigaciones y por obtener un diagnóstico médico mentiroso, terminaron por convencer a la opinión pública de que, lo que denunciaban los Filártiga, podría ser cierto” (p.201).

Aquello que denunciaban no era otra cosa que un asesinato por parte de los esbirros del stronismo. Un titular de la época afirmaba sin más que era un “Crimen pasional en Sajonia”. No obstante, Joel Filártiga no se tragó desde un principio la historia contada por la policía ni la escena montada. A propósito, en una conversación que tuvimos con él en 2017 en el programa Generando Filosofía Radio –en co-conducción con Jhoel Esquivel–, al ser consultado sobre el momento en que se dio cuenta de que su hijo no había muerto a causa de las heridas que tenía, sino como consecuencia de la aterradora tortura, manifestó: “Al mirar enseguida me di cuenta. (…)Tenía quemaduras, tenía (rastros de) picana eléctrica, tenía fracturas en el brazo, pierna. (…)Y no solamente eso, dentro del pene encontramos un alambre, por donde hicieron correr electricidad en la tortura. No fui yo quien encontró el alambre, su primo encontró una puntita, así como de un cablecito cortado y estiré yo y salió, tengo guardado ese alambre hasta ahora; y el colchón también era de la policía. Casi no tenía sangre porque le apuñalaron después de muerto, porque como el corazón ya no funcionaba la sangre quedó todo adentro”. Joelito tenía apenas 17 años.

LA “GUERRA DE UN SOLO HOMBRE”

El pleno convencimiento de que se hallaban ante un cruel asesinato, llevó a la familia Filártiga –y principalmente a Joel Holden– a buscar justicia. Si bien la autoría oficialmente recayó sobre el confeso Derlis Hugo Duarte Arredondo –el supuesto marido engañado–, gracias a la insistencia de Joel el “caso Filártiga” ganó una notoriedad internacional y, en 1979, la familia inició en los Estados Unidos una querella contra el secuestrador de Joelito, el comisario Américo Peña, quien se hallaba en aquel país como inmigrante ilegal. Refieren Alfredo Boccia y otros en la obra referida que “aunque la familia Filártiga finalmente ganó el histórico proceso, el comisario Peña pudo evitar ser apresado y volvió al Paraguay” (p.205). Esta trágica historia fue llevada al cine en 1991 con la película One Man’s War (La guerra de un solo hombre), protagonizada por el afamado actor Anthony Hopkins, en el papel de Joel Filártiga –padre–.

El perverso propósito del régimen. Tamaña crueldad e injusticia, como lo fue el asesinato de Joelito, siempre origina el deseo de saber los motivos que llevaron al régimen a llevar a cabo referida perversidad. Para el régimen stronista, todo aquel que “molestaba” tenía que desaparecer, directa o indirectamente. De hecho, el caso Joelito no fue el único episodio de violación de derechos humanos que cometió el régimen en esa década. Según las propias palabras de Joel Filártiga –enunciadas en la mencionada entrevista radial–, con la muerte de Joelito “trataban de matarme a mí; ya habían tratado de matarme antes. Yo varias veces me fui a Estados Unidos antes a denunciar todo esto. (…)Stroessner me tuvo como enemigo del progreso del país por eso y quería eliminarme. Yo me conseguí en la Universidad de los Ángeles –California– un certificado médico falluto, en el que decía que cualquier emoción fuerte me podía matar”. Es decir, con la muerte de Joelito, los responsables del aparato represivo esperaban una “carambola de muerte”, según sus propias palabras. En otro momento de la entrevista nos había ilustrado sobre las causas que llevaron al régimen a considerarlo enemigo del progreso; a propósito afirmaba: “Yo era muy perseguido por Stroessner por la cuestión de la lucha contra los agrotóxicos; a mí me culpó del fracaso del plan algodonero en Paraguay. Porque yo decía a mis vecinos no planten más algodón, porque se envenenaba y moría todo”.

UNA VIDA DE LUCHA

Joel Holden y su familia no solo tuvieron que soportar la pérdida de un ser querido, sino también las subsiguientes persecuciones del régimen stronista y la injusticia de no recibir la indemnización por parte del Estado paraguayo por el terrorismo cometido. Con la apertura democrática, la situación no sufrió grandes cambios; el Estado siguió negándose a resarcir económicamente a la familia Filártiga Speratti por el asesinato de Joelito, a pesar de la existencia de una sentencia en su contra.

El viernes 5 de julio de 2019, luego de varios días de internación, la sociedad paraguaya perdía irreparablemente a uno de sus mejores hombres, cuando el gastado pero enérgico corazón de Joel Holden Filártiga latió por última vez. Meses antes había sido homenajeado por el Congreso por su lucha contra la dictadura stronista y por su labor humanitaria como médico. Estaba por cumplir 87 años. Murió el hombre, quedaron sus ideales, su integridad y el ejemplo de su lucha por la justicia.

JUSTICIA, AHORA O NUNCA

Luego de 44 años del asesinato de Joelito, al parecer se avizora la justicia en el horizonte. Es que luego de varios días de huelga de hambre exigiendo el pago de la indemnización, Katia Filártiga Speratti, hermana de Joelito, obtuvo el compromiso por parte del Viceministerio de Hacienda del pago de la indemnización. A la fecha de la publicación de este escrito, ya debería darse el cumplimiento del acta de compromiso, coincidente con la fecha de aquel lejano día de bautismo de Joel Holden. En su memoria. ¡Es y será justicia!

“Trataban de matarme a mí, ya habían tratado de matarme antes. Stroessner me tuvo como enemigo del progreso del país y por eso quería eliminarme”.

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