El obispo de San Lorenzo, monseñor Joaquín Robledo, nombró el pasado miércoles al padre Celestino, en reemplazo del presbítero Andrés Cardozo, quien estaba cerca de cumplir 23 años de labor pastoral en esa parroquia.
Su remoción dividió las aguas entre los fieles de la ciudad, por la “manera arbitraria” en que se tomó.
En efecto, representantes de más de 60 capillas de la zona cercaron la sacristía del templo, en la previa a la eucaristía que el propio Robledo iba a presidir.
Los feligreses exigían explicaciones al obispo sobre el cambio de cura párroco, lo cual se hizo “violando artículos” del Derecho Canónico, según manifestaron.
La misa de asunción de las nuevas autoridades parroquiales igual se llevó a cabo, aunque con un ambiente un tanto convulsionado. Incluso, desde una de las puertas laterales del templo, quienes cuestionan la decisión del obispo siguieron la liturgia con carteles de protesta: “Joaquín, su actuar no condice con lo que predica”, rezaba uno.
El cura removido, entretanto, se rebeló contra la decisión de monseñor Robledo y se atrincheró en la casa parroquial. Es más, el sábado pasado dejó una nota a la comunidad en la que expresó que se sintió “violentado” por el obispo. “No me iré de esta parroquia. Me moriré aquí. Mi futuro no está en las manos de Joaquín”, remató en alusión a la decisión final del obispo de San Lorenzo.