08 may. 2025

Invocan a la Virgen del Perpetuo ante el Covid

Maratónica. La procesión vehicular recorrió 3 km por el barrio durante cerca de dos horas.

Maratónica. La procesión vehicular recorrió 3 km por el barrio durante cerca de dos horas.

Vecinos del barrio Obrero, devotos de la Virgen del Perpetuo Socorro, asistieron desde la vereda de sus casas al paso de la imagen santa con el deseo unánime de que la Madre de Dios derrame bendiciones y proteja a todo el pueblo de esta pandemia del nuevo coronavirus (Covid-19) que acecha al mundo entero.

Con la detonación de bombas, bocinas, banderines y globos (azules y amarillos) a los lados de los autos, se desarrolló la tradicional procesión de clausura de la festividad que partió desde el Santuario Nacional Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, ubicado sobre Blas Garay y Tacuary.

Decenas de vehículos se plegaron a la caravana, ante la imposibilidad de llevar a cabo el peregrinaje a pie debido a las medidas sanitarias para evitar la expansión del virus.

La procesión vehicular estuvo acompañada del rezo del Santo Rosario, con el pedido especial de “recibir la protección de la Virgen y fortaleza para aguantar la pandemia del Covid-19”, exclamaba el animador de esta cita mariana.

El recorrido se extendió 3 kilómetros en las calles de la jurisdicción parroquial, por espacio de casi dos horas.

Suplieron así la imposibilidad de reunir a la multitud de feligreses, como en años anteriores, como tradicionalmente tiene lugar en esta celebración religiosa.

“Pidamos por nuestras preocupaciones, al paso de la imagen del ícono de la Virgen del Perpetuo Socorro. Con este recorrido, les trae bendición, les demuestra que les está amando; que quiere a sus hijos en este momento de pandemia, en que tenemos miedo de una enfermedad maldita. La Virgen nos visita para librarnos de todo mal, queremos pedirle por la gente que no tiene trabajo, que no tiene qué comer”, clamaba la voz que salía del altoparlante que encabezaba la caravana.

Según la tradición, la imagen del Perpetuo Socorro fue pintada por el evangelista San Lucas. El antiguo ícono fue venerado por siglos en Constantinopla y a fines del siglo XV, un mercader lo llevó a la iglesia de San Mateo, en Roma, donde permaneció por 300 años. Luego de que las tropas de Napoleón destruyeran el templo, el ícono fue llevado hasta San Alfonso.

La Congregación de los Redentoristas se instaló en Asunción en 1944.