El reciente informe, así como otros estudios de la referida institución financiera regional, se centró en la potencialidad que ofrecen las exportaciones. Para que estas impulsen un crecimiento sostenible e inclusivo, el país debe realizar transformaciones estructurales de manera a aumentar la productividad y la competitividad.
El análisis realizado por la institución parte de un diagnóstico de las exportaciones actuales alertando acerca de la alta concentración de productos y destinos y del escaso valor agregado. Por un lado, los productos exportados y los mercados son pocos. Por otro lado, el bajo nivel de sofisticación es el reflejo de escasos niveles de encadenamiento y de posibilidades de agregar valor, con lo cual se reduce la competitividad económica.
En definitiva, las características de nuestra estructura exportadora limitan el crecimiento derivado de la poca diversificación económica, tanto en bienes y servicios como en los mercados.
La excesiva centralidad en bienes primarios le agrega incertidumbre y volatilidad al desempeño económico, ya que el clima y las condiciones económicas de los pocos países importadores de nuestros productos impactan de manera desproporcionada en la economía, frente a un Estado sin posibilidad de enfrentar las consecuencias del cambio climático y/o de incidir en las políticas de los países que influyen en el volumen y los precios de la producción primaria paraguaya.
Frente a este contexto poco alentador para el futuro, el BID destaca las fortalezas de la economía paraguaya: la estabilidad macroeconómica, la disponibilidad de recursos naturales y el bono demográfico, y propone tres líneas de acción: potenciar la política comercial, avanzar en la facilitación de comercio y fortalecer el capital humano.
El objetivo es impulsar el potencial exportador hacia rubros de mayor complejidad, tal como analizan otras instituciones como el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard. Paraguay tiene oportunidades en la industrialización de alimentos y la producción de insumos industriales, bienes de capital y de accesorios, sectores que podrían generar mejores empleos y agregar valor.
La diversificación productiva y en las exportaciones contribuirá no solo a mejorar la productividad y competitividad, sino también a reducir la volatilidad económica tan característica de nuestro crecimiento.
Entre las recomendaciones más específicas se encuentran acelerar las medidas para aumentar la eficiencia del comercio exterior como la digitalización, la ventanilla única de comercio exterior, el desarrollo de infraestructura y logística y, por supuesto, el mejoramiento de la educación.
La pandemia ha dejado aprendizajes que, si bien ya se conocían, se visibilizaron de manera contundente y están obligando a debatir y vencer la inercia en la que estaba el país en materia económica. Así como está, nuestro modelo de crecimiento económico basado en la exportación de bienes primarios está mostrando cada vez más su escaso impacto en la generación de empleos de calidad. La recuperación económica pos-Covid-19 y el crecimiento a largo plazo exigen atender los resultados y las recomendaciones de este informe.