Twitter es un importante canal de información. Si uno sigue a las cuentas de las radios y a algunos periodistas, uno se puede enterar muy rápido de lo que sucede en el país.
Pero además, este servicio de microblogueo es como un termómetro para medir la temperatura del microclima que se vive en las redes sociales. Para eso basta con fijarse en los temas que son tendencia.
No obstante, no es muy constante la temperatura; al contrario, es muy cambiante. En un momento se habla de una cosa y al rato nomás ya cambió el tema y así sucesivamente. Un día es la choclotorta y todo el mundo se indigna. Otro día nos enojamos todos por el video de tan mal gusto de Pitu Willis, hasta llegar a la última seudopolémica que armó el sujeto aquel que dizque no puede dormir por culpa del parlante de la chipa barrero.
También hay quienes despotrican porque la participación en las redes sociales, Twitter y Facebook, esos plagueos y toda esa montaña de pontificaciones de todólogos nunca se traduce en masas enardecidas que salen a protestar contra los corruptos, bandidos y otros integrantes del eje del mal guaraní.
Si fuera por lo que opinamos (y conste que me incluyo) en Facebook y Twitter, hace rato cambiábamos la Corte Suprema, el Parlamento Nacional y unos cuantos ministros, sin mencionar la cantidad de bandidos, ladrones y corruptos que estarían hoy en el penal de Tacumbú.
Pero bueno, aparte de que no hay reacción, las indignaciones por un lado duran poco, y además ponen casi todo en un mismo nivel. Da lo mismo que sea por el ruido que hace el parlantero de la chipa barrero o por los bandidos con fueros que se esconden en el Parlamento Nacional. En las redes, da igual y dura poco.
Hay quien pensaba que contra la dictadura (Alfredo Stroessner, de 1954 a 1989) estábamos mejor. El problema no es que la gente sea más boba o indiferente ahora. Creo que seguimos siendo los mismos, aunque los millenials –hay que decirlo– adolecen de significativos agujeros y limitaciones en su formación y cultura, pero la culpa de todo la tienen los mismos que organizaron este sistema que mantiene al país corrupto, pobre, inculto e ignorante. Ahhhh... y fanatizados por macanadas, claro.
Porque de eso se trata, esa es la clara intención, que seamos todos burros, superficiales, arrogantes, irrespetuosos, crueles, intolerantes y un largo etcétera. Porque así brutos, desinformados y deshumanizados, terminamos votando a cualquier palurdo analfabeto y patán, porque al final, aparte de posturear todo el día, nadie hace nada.
Por eso, es más que evidente que los José Ibáñez, los González Daher, los Oviedo Matto, los Víctor Bogado y sus caseros, niñeras, audios y demás deudos, seguirán gozando de buena salud e impunidad, porque parte del plan para que estos se mantengan en el poder, fue precisamente arruinar la educación, que fue devastada y hoy es un desastre.
Destruyeron la educación y casi todo atisbo de construcción de ciudadanía y conciencia política. Y nos dejaron este paisito de gua’u, donde cada cual se indigna, se plaguea en Twitter y después se va a su casa a ver la nueva serie de moda de Netflix.