19 abr. 2024

Iglesia condena actos de corrupción en pandemia

CRÍTICAS. Afirmó que no se pueden tolerar el abuso de poder, el fraude y la injusticia. CAMBIOS. Instó a autoridades a actuar, ya que inacción puede ser peor que el virus.

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Procesión. El obispo de Caacupé, Ricardo Valenzuela, se dirige en soledad hasta el altar de la Basílica, en
solitaria caminata.

Una misiva cargada de condena a los actos de corrupción y a la narcopolítica, de quienes aprovechan la agenda de la pandemia para sostenerse impunes en la política partidaria, fue la segunda carta dirigida al pueblo que redactó el obispo de Caacupé, Ricardo Valenzuela, que leyó al final de la celebración realizada en honor de la Virgencita Azul.

El religioso también se refirió a la narcopolítica presente en las altas esferas de la sociedad y de los partidos. “Tanta corrupción en medio del dolor; tanta impunidad en torno a la narcopolítica, que aprovecha la concentración de la opinión pública en la agenda única de la pandemia, para que políticos recluidos recuperen no solamente sus libertades, sino también sus bancas en el Congreso de la República y todo tipo de privilegios, despreciando el estado de derecho y desafiando la Palabra del Señor”, expresó.

Rememoró una de las frases que acostumbra a exclamar el papa Francisco: “¡Pecadores sí; corruptos no! Porque todos somos pecadores llamados a la conversión; pero el corrupto es aquel que hace del pecado, del fraude, del contrabando, de la injusticia, y del uso y abuso del poder un sistema endémico como un cáncer que hace metástasis”, agregó.

Valenzuela remarcó igualmente las falencias y carencias del sistema de Salud Pública, pese a las innovaciones de nuevas unidades sanitarias habilitadas por causa del Covid-19.

DESIGUALDAD

Sus dardos llegaron también hasta los actores del Gobierno de turno. “Todos nosotros entendemos que una mala política con una mala administración de los recursos, más un enfoque erróneo del Proyecto País son los factores que permiten que unos sufran y otros disfruten de excesivos e indebidos privilegios”.

Remarcó que no debe esperarse el fin de la pandemia para el diseño de un país viable y justo para todos los ciudadanos. “El gerenciamiento de la cosa pública no está reservado para una especie de nueva realeza plutocrática que se atrinchera en los cargos entendidos como poder de dominio discrecional”.

Resaltó que para superar las grandes deudas y gastos innecesarios, déficit y enormes agujeros presupuestarios, quiebras de pequeños y medianos productores, desempleo e informalidad “se deben hacer cambios profundos, pues, tal vez, mañana, las consecuencias de la inacción lleguen a ser peores que el ataque del virus, hoy. Lucidez e inteligencia deben ser las consignas; estar preparados, ser previsores”.

Instó a la ciudadanía a poner fin al prebendarismo: “Es necesario también que, finalmente, la gente termine por entender que la compra y venta de votos, y el clientelismo son parches que prolongan la agonía de los más necesitados. Que cada uno se haga responsable de los errores o aciertos en la elección de quienes dirigen los destinos del país”.

El obispo indicó que lo que Paraguay requiere es de líderes lúcidos, bien formados, con espíritu de servicio, mente amplia, honestos y verdaderamente patriotas. “Hombres nuevos”, apuntó.

TRANSFORMACIONES

En su sermón, el obispo se refirió a la relevancia que tiene la tan anhelada transformación educativa, de la salud y el fin de la violencia hacia niños, niñas y las mujeres para el desarrollo del país. “Que desde las instrucciones y misiones que hagamos tengan la fuerza suficiente en la transformación de la educación, de la salud, del mundo del trabajo y combatan férreamente la corrupción, el narcotráfico, lavado de dinero, abuso de menores, secuestros, violencia contra la mujer y todo tipo de males, para que vuelva a reinar la paz en los hogares paraguayos”, dijo.

Abogó porque los más débiles no sean olvidados en sus dificultades y, al contrario, que los cristianos se enfoquen en la solidaridad, en la creatividad y la búsqueda de nuevos caminos hacia un mundo nuevo. “Si lo hacemos, guiados por el Espíritu del Señor e imitando las actitudes de la Madre María, saldremos de esta crisis con más vida”, aseguró.

“Hoy, en nuestros hogares, en medio de esta pandemia, la Palabra de Dios nos invita a contemplar a María como peregrina de la fe, como la mujer que se dejó encontrar por Dios en su vida cotidiana y que a pesar de no ver claros sus designios, respondió con un sí total y se puso en camino“.
(D.B)

Tanta corrupción en medio del dolor; tanta impunidad en la narcopolítica que aprovecha la concentración de la pandemia.

Entendemos que una mala política y mala gestión de recursos permiten que unos sufran y otros disfruten de indebidos privilegios. Ricardo Valenzuela, obispo de Caacupé.